—¿Cómo está? —entró el Sultán en la mañana a los aposentos y preguntó a la doctora.—Está presentando fiebre, hacemos todo lo posible. —comunicó la mujer colocando un paño con agua—Me preocupa que el bebé esté afectado...
El Sultán palideció. Observó el rostro cansado de su amado que se arrugaba mientras de sus labios salían murmullos. Rubén abrió lento sus ojos, los que se toparon con la imagen del Sultán. Tardó un minuto para reaccionar con una sonrisa adolorida.
—Mi Sultán...
—Aquí estoy, contigo. —tocó su mano.
—¿Me... desmayé? Mi cabeza...
—Usted fue envenenada. —Rubén demostró espanto por la respuesta de la doctora.
—Ya fue condenada la culpable, no te preocupes. —la víctima comprendió eso.
Luego bajó la cabeza con un suspiro profundo y una cara nerviosa.
—Mi bebé...
—Emm... —la otra doctora ordenó traer un baso de agua muy fría—Podemos estimular al bebé para comprobar... No creo que le haya pasado nada realmente, ya no tiene esa solución en su cuerpo, así que... —intentó no perder la sonrisa en un ambiente melancólico.
—Avísenme del resultado. —se inclinó y besó la frente del Iqbal para continuar.
Habían pasado horas tortuosas, muy incómodas para la víctima, donde se preguntaba cuánto más de esos atentados tendría que soportar y cómo evitar morir. En ese tiempo una sirvienta y le trajo el desayuno. Aunque sí tenía hambre, de inmediato recordó el envenenamiento, lo que le hizo apartar la mirada, se sentía asustado. Aún así, si no comía podría ser peor, por lo que cada mordisco estuvo acompañado de escalofríos.
Las doctoras le dieron a beber agua fría, esperaban que estimulara al bebé, pero Rubén muy preocupado aseguró no sentir nada. Ellas le dieron más agua, esperando que sintiera algún movimiento.
Pero no sentía nada.
—Señorita... parece que...
—¡Por favor! —Rubén se tapó la cara, estaba empezando a llorar—No lo digas.
—Lo sentimos. —Rubén ahogó un grito mientras lloraba descontrolado.
—No. —una de ellas se rehusó a asumir la muerte del bebé.
Recordando las cosas que su padre le enseñó, ordenó traer un paño con hielo dentro. Cuando lo obtuvo en sus manos pidió a las demás rezar para funcionase, luego puso el paño helado en el vientre de Rubén; este se quejó pero ella pidió que aguantara y dijera si sentía movimientos. Rubén afirmaba no sentir nada, aún así ella siguió colocando el paño en diferentes partes del vientre por un buen rato, no dispuesta a parar. De repente Rubén dejó escapar un quejido.
—¿Lo sintió?
—¿Fue su bebé?
—C-creo... ¡Ahg! —cubrió su boca con su mano por el dolor. Luego empezó a reír—que está molesto.
No podía haber más dicha. Las mujeres corrieron llevando risas hacia la habitación de Valide Sultán, que cambió su cara triste por la decisión que había tomado a una de euforia incansable, feliz por aquella bendición. Todo el harén lo supo y lo celebró. Por su parte, cuando al Sultán le fue comunicado la noticia dejó todas las cosas que estaba haciendo e hizo un altar para agradecer a los dioses por el milagro, por no abandonarlo, por esta vez proteger a su futuro hijo.
—Iqbal Rubén, —el llamado descansaba en el sofá muchas horas después del suceso, prestó su atención—la Sultana Kristina vino a visitarla.
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Haseki Sultán《AU #rubegetta》#karmaland
FanfictionSamuel VII (Vegetta) es un Sultán con un gran grupo de concubinas que se dedican a ser mera compañía y entretenimiento para su señor. Un día se consigue a un khuntha, el cual a diferencia de las demás no se conforma con esto, y hará todo lo posible...