La fiesta de cumpleaños de Mingyu estaba en pleno apogeo, pero mis pensamientos seguían siendo invadidos por la imagen de Lee Chan en la biblioteca, leyendo mi libro favorito como si fuera lo más natural del mundo. ¿Qué estaba haciendo allí?, y ¿Por qué me estaba molestando tanto?
Decidí confrontarlo. Tanto pensar en eso me iba a terminar provocando un dolor de cabeza terrible, ya que sobre pensar las cosas es una de mis "habilidades" más grandes.
Me acerqué a él, lista para lanzar algunas frases irónicas o algo por el estilo, pero algo en su sonrisa burlona me detuvo.
-¿Buscando problemas, Liu Tao? -me preguntó, con una ceja levantada en desafío.
-No, solo quería asegurarme de que no fueras tú quien los esté causando -respondí, cruzando los brazos sobre el pecho.
-Ya veo -se acercó un poco-. No esperaba que te gustara tanto la literatura clásica -dijo cambiando totalmente de tema con genuina curiosidad en sus ojos.
-Supongo que todos tenemos nuestros gustos secretos -admití, sintiendo que algo dentro de mí se ablandaba ante su aparente actitud despreocupada, pero, sin embargo, no podía olvidar mi persistente odio hacia este.
-¿Se puede saber por qué te interesan mis gustos literarios Lee Chan?-. Sentencié, y mis ojos centellaron con irritación.
-Oh, solo porque me pareces una persona interesante, ¿Tienes algún problema con eso? -respondió con su típica sonrisa burlona.
-No, no tengo ningún problema con eso. Pero sería mucho mejor si simplemente te quedaras lejos de mí -le dije, tratando de contener mi creciente frustración.
Lee Chan se encogió de hombros, como si mi comentario no le importara en lo más mínimo.
-Lo siento, linda, pero no puedo resistir la tentación de estar cerca de ti -dijo con una sonrisa que me hacía hervir la sangre.
-No me llames 'linda'. No somos amigos, ni siquiera te soporto -le dije, sintiendo cómo mi paciencia se agotaba rápidamente.
-¿Oh, en serio? Pensé que éramos el uno para el otro -respondió Lee Chan con una risita tonta que hizo que mi enojo aumentara aún más.
-¡No, definitivamente no lo somos! Estoy harta de tu actitud arrogante y tus comentarios estúpidos -estallé, sintiendo que mi voz se elevaba por encima de la música.
-Supongo que simplemente no puedes resistirme -dijo cambiando el tono de su voz a uno aún más irritante.
-¡Eres tan insoportable! ¡No entiendo cómo puedes ser tan molesto todo el tiempo! -grité, ya sin importarme quién oyera la discusión.
-¡Oh, ven aquí, cariño, necesitas un abrazo!-se burló Lee Chan, extendiendo los brazos como si fuera a abrazarme.
Mi paciencia finalmente había llegado a su fin, en vez de seguir peleando decidí irme del lugar bajo la mirada de los presentes, incluida la de mi mejor amigo, quien rápidamente corrió detrás de mí.
Mientras me alejaba, juré que nunca volvería a hablar con Lee Chan si podía evitarlo.
-En serio que eres de no creer Liu -expresó Seokmin mientras se acomodaba a mi lado evitando que me fuese del lugar.
-Créeme Min no estoy de ánimos para otro de tus sermones sobre la no violencia verbal.
-Solo quiero entenderte Liu-explicó acercándose a mi lado-, ¿Por qué lo odias tanto?
-Es una historia larga, Min, y no estoy de humor para contarla-dije mirándolo a los ojos-. Pero créeme que tengo mis razones.
Seokmin asintió con comprensión, sabiendo que había tocado un tema delicado. Decidí cambiar de tema antes de sumergirme en mis pensamientos oscuros una vez más.
-¿Y qué te parece si nos unimos a la pista de baile y dejamos de lado todo este drama por un rato? -sugirió, tratando de sacarme de mi estado de ánimo sombrío.
Aunque al principio estaba renuente, no pude evitar sonreír ante su persistencia. Así que, dejando atrás mis preocupaciones y mis pensamientos sobre Lee Chan, me dejé llevar por la música y la diversión de la fiesta.
Sin embargo, incluso mientras bailaba y reía con Seokmin y el resto de mis amigos, no pude evitar sentir la mirada de Lee Chan quemándome desde el otro lado de la habitación. Parecía como si siempre estuviera presente, como una sombra que nunca desaparecía.
Decidí ignorarlo lo mejor que pude y disfrutar el resto de la fiesta, pero en el fondo sabía que la tensión entre Lee Chan y yo seguía ahí, lista para explotar en cualquier momento. Y mientras me despedía de mis amigos al final de la noche, una cosa estaba clara: mi odio hacia Lee Chan no había disminuido en lo más mínimo.
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