Al entrar a mi casa, me sentí llena de una calidez que nunca antes había experimentado. Mi mamá notó mi sonrisa radiante y me miró con curiosidad.
—Parece que tuviste un buen día —comentó con una sonrisa.
—Sí, mamá, muy bueno —respondí, tratando de ocultar el rubor en mis mejillas mientras me dirigía a mi habitación.
Esa noche, me acosté con la certeza de que algo hermoso estaba comenzando. Los días siguientes fueron una serie de momentos felices con Chan. Nos veíamos cada mañana, caminábamos juntos al colegio, y pasábamos las tardes hablando y riendo. La complicidad y el cariño entre nosotros crecían con cada día que pasaba.
Un fin de semana, decidimos ir al parque de diversiones con Seokmin y algunos amigos.
El día estuvo lleno de risas, juegos y momentos inolvidables como de costumbre. Chan y yo nos subimos a la montaña rusa, y mientras el carrito subía lentamente, me tomó la mano y me susurró al oído:
—Estoy muy feliz de estar aquí contigo.
Mi corazón se llenó de alegría, y cuando el carrito comenzó a descender, sentí que estaba en el lugar correcto, con la persona correcta. Chan me tomó de la mano y ambos gritamos con fuerza.
Después de la montaña rusa, nos alejamos del grupo y encontramos un lugar tranquilo bajo un árbol.
—Este está siendo el mejor día de mi vida —dije, mirándolo a los ojos.
—Y apenas estamos empezando —respondió él, acercándose para darme un beso suave y dulce en la mejilla.
Esa noche, mientras caminábamos de regreso a casa, Chan se detuvo y me miró con seriedad y me agarró de los hombros acercándome a él.
—Liu Tao, quiero que sepas que realmente esto es solo el comienzo. Quiero estar contigo en cada paso del camino.
Me conmovieron sus palabras y lo abracé con fuerza y este pasó su brazo por mi cintura sin querer soltarme.
—Yo también, Chan. Quiero estar contigo siempre.
A partir de ese momento, todo parecía más brillante. Cada día con Chan era una nueva aventura, llena de risas, conversaciones profundas y momentos tiernos. Nuestra relación floreció y nos acercamos más que nunca.
Unos meses después, en nuestro aniversario, Chan me sorprendió con una carta la cual me entregó con cierto nerviosismo.
—Es todo lo que siempre he querido decirte con todo mi corazón.
“Querida Liu Tao,
Estos últimos meses han sido los más increíbles de mi vida. Cada día contigo es una bendición y un regalo. Me has mostrado lo que significa amar y ser amado. Quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, apoyándote y amándote en cada paso del camino.
Lamento haberme alejado en el momento en el que más me necesitabas y el haber dejado que me odiaras tanto.
Con todo mi cariño, Chan”
Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al leer sus palabras. Lo abracé con fuerza, sintiendo que mi corazón estaba a punto de estallar de amor y gratitud.
—Yo también te amo, mí dinosaurio bonito —dije, con la voz temblorosa.
Terminamos la noche bajo las estrellas, recordando todos los momentos que habíamos compartido y soñando con el futuro que nos esperaba juntos. Sabíamos que no importaba lo que el destino nos deparara, siempre tendríamos el uno al otro.
Y así, con el corazón lleno de amor y esperanza, nos embarcamos en el viaje de nuestras vidas, seguros de que nuestra historia juntos solo estaba comenzando.
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