El viento que mece nuestras almas [Greenflame]

Capitulo 8. Amor.

El amor es aquel que no tiene definición exacta, un sentimiento complejo y difícil de encasillar.
Para todos el amor es distinto, algunos lo ven como una fuerza abrazadora y otros destructora, un sentimiento prominente o nulo en su día a día.
El amor es tan frágil y tan resistente a la vez, tan difícil y tan simple, tan colorido y tan oscuro. El amor no se podría describir ni con todas las palabras del mundo, pero si se puede decir, que es lo que nos hace sentir vivos de alguna manera. Amar es la habilidad más increíble y dañina del mundo.
Es como un examen cuyas respuestas solo pueden ser si o no, aquel que solo se puede sentir y disfrutar, o sufrir...

POV Lloyd.

Un rubio nervioso se encontraba dando vueltas alrededor de su pieza, con ropa amontonada encima de la cama y zapatos por doquier. Traía el cabello húmedo y usaba únicamente unos boxers grises. Montones de envoltorios de chicle yacían en el bote de basura y alrededor de este. A aquel chico se lo estaban comiendo los nervios.

Eran ya las siete de la tarde, habían pasado todo el día cocinando y decorando el restaurante, ese año habían preparado una cena masiva para los clientes y procurado meticulosamente que todo fuera perfecto, aunque no era eso, ni de lejos, lo que le preocupaba a Lloyd.
Había invitado tan despreocupadamente al castaño al festejo que olvidó que eso significaría que conocería a toda su familia y vería como era en realidad su vida del día a día, conocería cosas de él de las que probablemente no estaba orgulloso. Su mayor miedo, era que alguien por accidente soltara un comentario sobre su enfermedad. No quería que por nada del mundo se enterara de su padecimiento.

Aquella noche su familia y la gente de la comunidad solía tomársela muy en serio, casi como una fiesta de etiqueta.

Había sacado del armario unos pantalones de vestir de color verde militar y una camisa blanca la cual se arremangó por debajo de los codos. El frío en Miami se había vuelto hostil, tanto que la calefacción en la casa estaba a tope y pasaban el día en pijama o con sudaderas. Y aquella ropa no prometía protegerle del frío cuando lo necesitara. No obstante, decidió ignorar aquel asunto e ir así, pues una sudadera probablemente arruinaría el atuendo.

Se peinó como pudo frente al espejo aún empañado por el vapor de la regadera y se colocó colonia. Después de un largo y entrecortado suspiró, recogió el sobre que había colocado en la mesa de noche junto a la puerta para evitar que se le olvidara y lo guardó en su bolsillo trasero. Fue al cuarto de su primo para verificar que ya estaba listo y se detuvo a esperar en la sala.
Al cabo de veinte minutos toda la familia estaba ya lista y en su respectivo carro. Morro iba con su padre y sus tíos en el auto y cargaban con un enorme pastel que Misako había hecho para celebrar, mientras que el rubio solo, con un montón de inmobiliario plegable en la parte trasera de la camioneta.

No había querido escribirle a Kai para preguntarle si ya iba en camino, pues los nervios le dijeron que si hacía eso parecería muy emocionado o ansioso por verlo, así que en lugar de eso, decidió poner su teléfono en No molestar y esperar a que el castaño llegara, sin prisas.

El señor Ed y la señora Edna ya se encontraban fuera del restaurante junto a su hijo de cabellos pelirrojos cuando llegaron. Ellos solían ayudar a los Garmadon en ese tipo de eventos, acomodaban sillas plegables y se encargaban de recibir a la gente en la entrada, eran un gran apoyo para aquella noche tan ajetreada. Con ayuda de Edna, Misako consiguió ingresar el pastel y colocarlo en la cocina. Los hombres se encargaron de acomodar las sillas y la mesa, juntándolas todas para hacer una enorme, como de banquete. Colocaron manteles y utensilios y encendieron la calefacción, lo cual fue un alivio para el rubio. Al cabo de media hora abrieron el restaurante y la gente empezó a llegar, y para antes de las nueve de la noche el lugar ya se encontraba lleno, incluso habían tenido que agregar más mesas plegables y utensilios.