El viento que mece nuestras almas [Greenflame]

Capitulo 30. Hubiera

Continuación del capítulo 22, después.

WARNING: este capítulo es un final alternativo, léelo bajo tu propio criterio, y recordando que este no es el final original de la historia, sino que es simplemente una posibilidad, algo que pudo haber ocurrido pero NO LO HIZO.

Gracias por su atención <3.

POV Kai.

Las puertas blancas se abrieron.

Un horrible chirrido asustó a todos, e hizo que se le erizara la piel.
Cerró los ojos por reflejo. Y no quería abrirlos.

Sentía mariposas en las entrañas, de esas que queman, que hacen que sientas que arde en llamas tu interior.

No quería abrir los ojos. La madre de su rubio había comenzado a llorar.

El silencio era doloroso, y el sollozo de Misako era todo lo que se podía escuchar.

Desde pequeño siempre había tenido miedos estúpidos: arañas, alturas, elefantes o escasez. Pero aquel día, en aquel momento. Su mayor temor era perder a Lloyd; abrir los ojos y verlo cubierto hasta la cabeza con una sábana blanca.

No podría vivir sin ver sus ojos verdes. Sin sentir su tacto, sin percibir su respiración.
Nada le impediría rendirse. Pues su luz se habría ido.

Apenas había conseguido tenerlo a su lado, no soportaría perderlo.

"Toma mi alma, mi vida, mi cuerpo.
Mi corazón, mi futuro, mis metas, todo te lo dejo.
Solo no te lo lleves tan pronto.
Apenas logre alcanzarlo.
Apenas logré besarlo."

No concebía un mundo en el que no existiese Lloyd. No podía.

Había llegado tan repentinamente a su vida, y ahora no podía pasar ni un día sin él.

Rogaba por si existía una fuerza divina. Rogaba para que no le quitaran a Lloyd tan pronto.

El llanto de la mujer no cesaba, y aquello había conseguido acelerar los latidos de su corazón. Las ruedas de la camilla se escuchaban claramente, les faltaba una engrasada.

Y en ese momento...escucho lo único que no quería.

Y ahí fue cuando supo, que el universo le había fallado.

-Lo sentimos mucho.-Miranda habló, su voz se escuchaba ronca, como si hubiese gritado o llorado, y su tono denotaba aflicción.

Lo había perdido.

Fue hasta ese momento que abrió los ojos, encontrándose con el escenario que había suplicado nunca presenciar.

Lloyd tenía los ojos cerrados. La piel pálida, y los labios secos.

Ninguna enfermera se había atrevido a cubrir su rostro. Eso marcaba un final.

-No...

Se acercó, no podía creerlo.

Tomó su mano, la cual yacía inerte sobre la camilla. Estaba fría, helada. Sus venas se veían moradas, y su piel tenía un ligero tono verde.

No apretó su mano de regreso.

Acarició su mejilla. Las lágrimas estaban atascadas. El cuerpo le temblaba.

Sus ojos estaban cerrados.

Y ahí fue cuando se dió cuenta, que nunca volvería a ver sus hermosos ojos.

Se había ido para siempre.

-No, Lloyd....-un grito desgarrador golpeó  a todos. El llanto de Kai era extremadamente doloroso. En su voz se podía sentir como su interior se desgarraba. -Lloyd...

Recargó la cabeza en su pecho, dejando descender las lágrimas. No sintió ningún latido.

Abrazaba su cuerpo, uno que ya no tenía alma.

"Cerraste los ojos, y ya nunca los abrirás."

La vida perdió color, la comida sabor. La psicóloga no servía, los antidepresivos tampoco.
La pena le consumía, y se ahogaba solo en su propia miseria, sin Lloyd.
Todos habían logrado avanzar, poco a poco, pero el seguía estancado en el pasado, en aquellos ojos verdes que nunca podría ver otra vez.

La residencia del castaño estaba en absoluto silencio. Sobre el lavabo, se encontraban regadas unas pastillas.

Y en el suelo, el cuerpo de una persona que ya no tenía motivo para existir, pues la vida le había dado a lo mejor del mundo, y sin cuidado se lo había arrebatado. Su vida había perdido el color.

Y así, la historia de dos almas que se habían encontrado cuando más lo necesitaban, terminó.