Tem 2: La pasantia parte final

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Timeskip

Habían pasado ya casi tres días desde que estuvimos en el hospital, y finalmente nos dieron de alta. Cada uno de nosotros volvió con su respectivo tutor para continuar con las pasantías. Para mí, las cosas no habían cambiado demasiado, excepto por un detalle: ahora estaba mucho más cerca de Ikuda, ya que me permitió continuar, pero con la condición de que estuviera siempre a su lado. Algo que tuve que aceptar, sobre todo porque había causado algunos problemas al desobedecer sus órdenes.

Los días transcurrían entre entrenamiento, patrullajes y misiones. Aunque, al ser aún un estudiante de bajo rango, las misiones que me asignaban no eran demasiado peligrosas. Además, había un constante flujo de reportes por hacer, lo cual era, sin duda, lo que menos extrañaba de toda esta experiencia.

Aun así, las cosas volvían poco a poco a la normalidad. En varias ocasiones hablaba con Osen sobre cómo nos iba con nuestros tutores. Ella compartía sus experiencias y yo las mías. Nos hacíamos bromas de vez en cuando, y eso me reconfortaba. Me alegraba que pudiéramos volver a sonreír, a pesar de todo lo que habíamos vivido.

Pero no todo era tan sencillo como parecía.

A pesar de estar inmerso en las rutinas de las pasantías, algo seguía rondando en mi cabeza. Ese sueño que tuve sobre la mujer rubia y el quirk que estaba despertando dentro de mí... algo en eso me dejaba inquieto. Era como si esas preguntas sin respuesta estuvieran siempre presentes en mi mente, esperando ser contestadas. Y aunque no entendía completamente lo que sucedía, no podía evitar relacionarlo con aquel villano y sus palabras.

"La luz y la oscuridad se volverán a enfrentar otra vez."

Esa frase me resonaba cada vez más. Sabía que el futuro traería consigo nuevas batallas, nuevas amenazas. El propósito de aquel villano, su idea de la eliminación de los quirks, me parecía más real con cada día que pasaba. Había algo en sus palabras que no podía ignorar.

Los quirks, aunque para muchos eran dones, para otros podían ser maldiciones. Podían traer poder, pero también dolor, discriminación y odio. El villano, en su propia retorcida lógica, no estaba tan alejado de la realidad. Y eso me preocupaba.

Sabía que tenía que prepararme para lo que vendría. No podía quedarme quieto. El futuro no sería fácil, y las decisiones que tomáramos podrían cambiar el rumbo de todo.

Fin POV Yaito

POV Dios

Ahora nos enfocamos en lo que parecía ser una intensa persecución de un auto robado, con un rehén, una mujer aterrorizada, atrapada dentro. La policía iba tras ellos, sus sirenas resonaban por las calles, pero el vehículo seguía avanzando a gran velocidad, esquivando obstáculos con habilidad. Los ladrones parecían confiados, seguros de que podrían escapar.

Ladrón 1: "¿De verdad se te ocurrió hacer esto a plena luz del día?" —dijo el copiloto, nervioso, mientras miraba a su compañero, que maniobraba el auto como un experto.

Ladrón 2: "Tranquilo, solo falta que dejemos atrás a los policías. La recompensa será nuestra." —respondió, con una sonrisa maliciosa mientras echaba un vistazo a la rehén, que seguía temblando de miedo en el asiento trasero.

Lo que los ladrones no sabían era que, volando sobre ellos, una gran silueta los observaba desde las alturas. Era seguida de cerca por una figura más pequeña, ágil y rápida.

Desde las sombras de los edificios, alguien más se estaba columpiando, listo para intervenir. A unos metros del auto, la heroína Ikuda miraba la escena desde su posición, analizando cada movimiento.

Ikuda: "Joy Boy." —susurró a través del comunicador, con los ojos fijos en el auto robado.

A pocos metros de ella, Yaito asintió sin decir palabra, entendiendo perfectamente lo que Ikuda quería. Su expresión era decidida. Sabía que tenía que actuar rápido.

La leyenda de un héroe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora