Alaia.
Después de eso tan épico que Keler hizo por mí, me tiré a la arena a reírme, sí reírme no sé porque fué algo repentino. Cuando me desahogué me ayudó a levantarme, se dió cuando que estaba descalza porque mis pantuflas ya deben estar en otro continente, se me cayeron en el agua.
Ahora va a un puesto pequeño y me compra unas chanclas negras.
—¿Por qué no rosas? —pregunto mirando mis pies.
—No te gusta el rosa.
—A veces uso rosa —replico.
—Que lo uses eso no significa que te gusta.
Buen punto, suelo usar colores oscuros pero los colores pasteles solo los uso por el diseño de las prendas en la mayoría de los casos.
Se coloca unos lentes de sol y me es inevitable no detallarlo con eso puesto.
Me pasa un sombrero de playa y lo tomo.
—La gente —dice serio.
—Sí —vale, no quiere que lo vean conmigo, me pongo el maldito sombrero a regañadientes.
Vuelo a mirarle la cara.
—Los lentes no hacen nada, yo te reconocería a kilome..
No termino la oración porque me doy cuanta lo que estaba diciendo, mira cara so torna caliente y desvio la mirada de Keler. Que bien!, le subí más el ego, si es que es eso posible.
¡Díos!, a veces ni sé que digo cuando estoy con el, se supone que soy una persona segura de si misma y no ando por ahí diciendo cosas sin pensar.
Pero con el soy natural en todos los sentidos.
—¡A sí?.
—No —niego.
—Siempre mala mentirosa.
—Sí tú lo crees..
Me da un breve empujón y mi espalda choca con una palmera, mira a todos lados y yo hago los mismo por inercia. Se inclina y empieza a repartir besos húmedos y mordidas por todo mi cuello. La adrenalina de que alguien podría vernos hace que inconscientemente mi entrepierna gotee, Keler mete una mano en mi camisa y cuando se da cuenta de que no llevo sujetador se le oscurecen los ojos.
Me pongo aún más roja cuando une sus labios con los míos en un suave beso.
Pellizca mi pezón y tengo que morderle el labio para evitar soltar un gemido vergonzoso.
No perdemos el contacto visual.
Le quiero decir cuánto agradezco lo que hizo pero unos personas pasan por nuestro lado y no separamos.
Ahora es mi turno de tirarle de la muñeca para que camine, caminamos en la playa. Hasta ahora nadie nos ha reconocido, no sé que haremos después pero por ahora solo ir a dónde estacionó el auto. A un metro del vehículo veo algo que me molesta y voy hacia allá.
Keler intenta tomarme de los hombros pero me alejo y el no tiene de otra que seguirme en dirección contraria hacía la playa de nuevo, bufa y yo lo miro mal pero y ni se inmuta.
Es una chica que está llorando y un señor que le está hablando en un tonito que me irrita, no es de mi incumbencia pero soy Alaia y se me es inevitable no meterme en dónde no me llaman.
Cruzada de brazos llego hacia ellos.
Ella está tiene la cara apartada con vergüenza y con lágrimas en los ojos.
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Soy famosa no princesa.
RomancePara Alaia su vida es como siempre lo había soñado desde pequeña, no le pide nada más a la vida porque para ella ya lo tiene todo: una familia amorosa y millonaria, sus mejores amigas que siempre están en los peores y malos momentos, su academia y s...