Alaia.
Con el tiempo viajar constantemente puede llegar a resultar agotador. Muchos me malinterpretan cuando digo eso, si me gusta viajar pero hacerlo sin parar por lo menos seis meses, cansa y mucho. Todavía hay lugares que no he visitado como Borabora.
La verdad es qué estar en un avión llendo directo a que mí vida cambie no es satisfactorio.
Es estresante y me causa una leve ansiedad.
Ansiedad que he calmado hablando con mis amigos por videollamada y respondiendo a los mensajes de los amigos del principe que también se han convertido en los míos. Todavía no he logrado descifrar como soportan al ser engreído ya que Augustus, Fran y Derek son personalidades diferentes a la de él.
Bueno, tendrán su propia historia de amistad.
Me quito los audífonos al terminar de escuchar el audio de dos minutos de Aldo contándome cosas de el cabron de su hermano, no lo conozco solo conozco a sus padres y a los abuelos pero al hermano no, por lo qué sé nunca se han llevado bien.
Es como Angie que tiene hermanos pero por parte de su padre, cuyo padre ignora.
Siento que mamá me toca el hombro para prestarle atención a algo que me dice. Estamos en el avión privado de papá, el y el tío Nate se quedaron en casa asegurando que nos alcanzarían luego.
Así que en todo lo que está pasando Melissa es la que me acompaña.
Lo único bueno es que Keler y yo podremos averiguar más de lo que todo el grupo de amigos de nuestros progenitores estuvieron involucrados.
Claro, si es que deja de ignorarme.
Marta vendrá para el evento, evento que desgraciadamente no sé nada.
Aterrizamos en una pista privada y nos escoltan hacia el palacio la seguridad real, todo muy exagerado para mí gusto aunque he de admitir que la primera vez si me asombró ya que me considero una persona un tanto superficial, ¿para qué negarlo?.
En la limosina en la que estamos me recuerda a la limosina de Keler en Rusia, la única diferencia que esa era blanca en cambio esta es negra con banderines de la monarquía en los parabrisas.
Veo la hermosa Austria por la ventanilla y fijo mí mirada dónde casi llegando al mar en una colina está ese palacio en ruinas.
Me indica que estamos cerca de nuestro destino.
Ya al llegar me aburre todo el protocolo de acceso al hogar de los monarcas, claro que sé disimular mis descontento. Porque no es culpa de las personas que esté enojada con el comportamiento de dicho principe.
Bajo del vehículo junto a mí madre y en la entrada que da a inmensos jardines a los lados se encuentran el mayordomo que estaba la vez que vine junto a una mujer, ambos están vestidos como si fueran a ir a una boda.
Todos los del palacio van elegante, hasta mi madre que va elegante con su vestido color beige.
En cambio, yo no. Visto vaqueros negros rasgados y una blusa de tirantes roja. En mí defensa no quería usar nada elegante y sería mentirme a mí misma decir que no lo hice a propósito.
Ni siete minutos aquí y ya rompí el código de vestimenta pero dudo que me digan algo.
—Bienvenidas nuevamente, señora Allen y Lady Alaia
—dice el de traje.Me atraganto con mí propia saliva y dejo escapar una sonora tos.
—Alaia —corrijo.
—No, Lady Alaia.
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Soy famosa no princesa.
Storie d'amorePara Alaia su vida es como siempre lo había soñado desde pequeña, no le pide nada más a la vida porque para ella ya lo tiene todo: una familia amorosa y millonaria, sus mejores amigas que siempre están en los peores y malos momentos, su academia y s...