Era un domingo por la noche cuando estaba estudiando los últimos temas para mí próximo exámen. Soy una chica bastante ocupada, estoy en el cuarto año de secundaria Argentina*. No tengo muchas preocupaciones, pero a veces puedo llegar a exigirme demasiado. No hago cosas tan normales, soy bastante aniñada para mí edad, soy muy fanática de la serie relatos de Arcadia, y mi personaje favorito es Jim, aunque Clara no se queda atrás.
(*No es mi edad real, es solo para poder hacer que la historia se desarrolle de manera más coherente y fluida)
Me fuí a dormir exhausta de leer libro tras libro, y de resolver cálculos que a mi parecer no serán necesarios en mi día a día.
Pesadillas me atormentaron toda la noche, ya sea por el exámen que tenía al día siguiente, o el terror a desaprobar la materia.
Siempre fuí bastante exigente conmigo misma, por esa y muchas otras razones me identifico bastante con Clara.
Lunes.
Me desperté con una extraña sensación en la cabeza. Pestañeé para acomodar mis ojos a la luz solar directa que daba contra mi cara, podía sentir el piso debajo de mi cuerpo.
Cuando logré por fin despertar del todo, miré a mi alrededor. El lugar se me hacía extrañamente conocido, pero a la vez no sabía dónde había ido a caer.
Me incorporé y noté que estaba en un centro, con una estatua justo al lado mío.
—¡Ay! ¡Vagos! ¡Son lo peor! —oí de pronto.
Una señora que parecía bastante egocéntrica pasó por mi lado, estaba paseando un perro salchicha y tenía la mirada en alto, sin mirarme ni de reojo.
Me había hablado en... ¿inglés?
Me paré de un salto, reconociendo por fin el lugar donde estaba... ¿Arcadia? Así parece. Miré a mis alrededores y todo concordaba con el mapa mental que tenía del lugar por mi fanatismo.
—¿Que caraj-? —me miré a mi misma, lucía un conjunto ridículo; mi ropa para dormir. Constaba de un pantalón con gatos y una remera que decía: «C'est la vie» la cual estaba muy desgastada.
Cruzando la calle, había una tienda mixta. Recordé que en mi bolsillo había guardado algo de dinero.
Lo saqué de mi bolsillo. Estaban todos arrugados, pero había algo que no concordaba... su color, era un verde extraño, y la cara que había en el no me parecía familiar hasta que me dí cuenta de que... eran dólare.
—¿Que? —dije en voz un poco elevada, los pesos argentinos que tenía en mi bolsillo habían pasado a ser dólares.
Levanté ambas cejas, sorprendida.
Me puse feliz, debo admitirlo. Mi muñeca estaba roja de tanto pellizcarme.
Ma apresuré a una tienda de ropa con mi poco dinero, y salí de ahí con la ropa más simple y barata que encontré. Es decir, no podía gastar todo, debía subsistir por no sé cuánto tiempo.
Compré un buzo azul, unos jeans grises de tiro alto, un cepillo, una colita para el pelo y una mochila. Todo de segunda mano.
Guardé mi ropa vieja y el cepillo en la mochila y me até el pelo en una cola alta. En serio era increíble que esto estuviera pasado. Ni en mis más hermosos sueños pasaban cosas así.
Decidí dar un paseo por la ciudad, quizá encontraba alguna cosa interesante... Preferentemente troles.
Eran casi las ocho de la mañana. Me apresuré a los canales para saciar mi inmensa curiosidad.
Bajé por la rampa, era realmente divertido. Miré todo el lugar y... ahí estaba. La pila de escombros.
—Por la gracia de Deya —murmuré sonriendo, mientras apreciaba el momento. Revolví entre las piedra y cuando ví la tintineante luz azul me quedé pasmada—. E-el... el amuleto de Merlín...
Lo tomé entre mis manos, sin dejar de mirarlo.
—¡Vamos Tobes! ¡Es tarde!
Abrí mucho los ojos y me giré hacia el lugar de donde provenía esa voz que tantas veces había escuchado.
Iba... iba a conocer a Jim. Jim Lake. Y a Tobías.
Oh, Tobías...
Cuando lo ví aterrizar con su bicicleta, exploté por dentro.
—No me jodas —exclamé en un tono de voz elevado, demasiado, debería decir. Toby cayó desplomado por la rampa.
Jim se me quedó viendo con la cabeza algo ladeada por la curiosidad.
Ay, amigo. No te culpo. Que escena tan extraña: una chica desalineado viéndote con expresión de psicópata y ambas manos atrás ocultando algo.
—Hola —saludó, algo confuso—. No eres de por aquí ¿Verdad? —preguntó levantando una ceja mientras se acercaba.
—Hola —saludé. Temerosa por mi horrible pronunciación. Debía creerme loca—. N-no, no soy de por aquí... —dije entre dientes.
—James Lake —susurró el amuleto a mis espaldas.
—¿Que fué eso? —se acercó otro paso más, mirando hacia todos lados.
Saqué el amuleto de detrás de mi espalda y suspiré, tomando valor.
—Ok, vas a creerme loca, pero esto es un amuleto forjado por Merlín que te dará poderes místicos y serás considerado el Cazatroles —le extendí el objeto, el cual volvió a susurrar su nombre, aunque él no lo notara.
—Por supuesto —asintió riendose abiertamente— y él va a conseguir una roca de fuego que lance chispas arcoiris —señaló a Toby aún riendo.
Le acerqué el objeto nuevamente.
—No me crees ahora, lo entiendo —concedí—, pero más tarde verás que tengo razón —volví a acercarle el amuleto, asintiendo.
El joven de los ojos azules se me quedó viendo. O bueno, más bien, se quedó viendo el amuleto.
La campana escolar hizo que todos dieramos un respingo.
—Mierda —exclamé con la mano libre en el pecho.
—¡Es la campana final! —exclamó Toby a su vez, subiendo a su bici.
—Corre, Cazatroles. Es tan tarde que hasta sus hijos van a recibir un castigo —puse el amuleto en su mano y la cerré.
Jim se sorprendió y se me quedó viendo, extrañado por la situación.
—¡Vámonos Jimbo! —le gritó Toby. Yo solo me le quedé viendo mientras guardaba el amuleto en el bolso y se iba en su bicicleta. Sonreí con satisfacción.
Ahora, debía decidir que iba a hacer. Es decir, no podía vivir en la calle, y el dinero no me alcanzaría para mucho tiempo.
Comencé a recorrer la zona, buscando algún lugar que buscara personal para hacer cualquier cosa; aseo, caja, recepción, o cualquier necesidad.
Caminaba muy tranquilamente por las calles, mirando hacia todos lados con mi mochila colgada en los hombros... hasta que un policía me detuvo.
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Yo En Relatos De Arcadia | Libro 1
Random-Ya fué mucho estudio -me dije a mi misma mientras soltaba un bostezo. Me puse de pie y me recosté. ~•~ Yo era una chica aparentemente normal. Aplicada y decidida. Tenía un fanatismo enorme por la saga de «Relatos de...