Estaba comenzando mi segunda semana en Arcadia. La gente era muy agradable, se podía notar en el ambiente.
Las cosas en la escuela iban de maravilla, a excepción de algunas clases, que a veces podían dificultarse por el idioma. Obviamente, mi mejor materia es Español. Claramente, porque soy hablante nativa. Lo raro sería que me fuera mal.
Jim no volvió a llevarme a Mercadotroll, lo que me pareció extraño, pero justo.
Las cosas en el bar iban bien. Trabajaba en atención al cliente, comía, dormía y estudiaba. Se podía decir que todo iba perfecto.
Lo único malo: extrañaba a muerte a mi familia y amigos. Douxie y Zoe se esmeraban en poder descubrir por qué había aparecido de la nada, pero no tuvieron suerte en ello, aunque devoraran libro tras libro de la biblioteca.
Era un martes por la mañana cuando me resigné a qué lograran descubrirlo, pero mi esperanza no estaba apagada del todo. Había una pequeña pizca de mi alma que tenía la certeza de que volvería a verlos.
Ese día me levanté para ir a la escuela, y me asomé por el pasillo, sin que lograran verme. Ahí estaban, ambos magos, peleándose, pero intentando no hacer mucho escándalo.
¿Por qué esa escena se me hacía familiar?
Entendí algunas cosas de lo que se decían, pero mi conocimiento no iba más allá de lo que mi pobre comprensión del idioma me permitía, aunque no solo hablaban en éste, también soltaban palabras incomprensibles en lenguas que ni siquiera entendía.
Esperé a que la cosa se calmara, y me asomé con la mochila en mis hombros.
—Buenos días... —murmuré de mala gana.
Zoe estaba en la estufa, creo que cocinaba algo. O quizá solo ocultaba su molestia con la discusión de hace rato.
Siempre me parecieron buena pareja. Es decir, no es que lo hubiera pensado demasiado, pero si. Eran muy buena pareja.
—Alguien no durmió bien —murmuró Douxie, sentándose a mi lado en la mesa, con una sonrisa estúpida bailandole en los labios.
Lo fulminé con la mirada unos momentos, luego suspiré.
No tenía que pagarla con ellos por mi mal humor, ellos no tenían la culpa. Y eso es lo peor, no hay nadie que tenga la culpa, porque no se sabe que es lo que pasó. Es una de las cosas que más me inquietaban.
—Lo siento —susurré, clavando mi mirada en el plato de panqueques que Zoe me dejó.
—¿Por qué —Douxie sacó la mirada de su celular, que era a lo que le había estado prestando atención segundos antes. Seguramente algún tema en la cafetería.
—Es que muchas veces me pongo de mal humor y me las pago con quienes no debo —solté otro pesado suspiro.
—Nah, no hay cuidado. Es normal. Con ciertas chicas de cabello rosado —él mira a Zoe con una sonrisa divertida y entrecerrando los ojos.
Ella le dedica una mirada fría y vuelve a lo suyo.
—La diferencia es que yo si tengo una razón.
Douxie tragó saliva.
Oh, oh. Eso no es bueno. Normalmente, Zoe pone mala cara... pero, ésta fué... diferente... parecía... enojada, o... ¿Triste? No, no puede ser. No creo... ¿O?...
—¿Está todo bien? —ambos desvían su mirada hacia mi persona, y yo me encogí en mi lugar.
—Sí —dice Douxie finalmente.
Me aclaré la garganta, incómoda, y me terminé los panqueques.
Dejé el plato en el fregadero, y comencé a alejarme de ellos, directo a la puerta. Les dedico una última mirada, la cual no reciben, y me voy por el pasillo, pasando por la puerta que separa el local de los cuartos.
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Yo En Relatos De Arcadia | Libro 1
Random-Ya fué mucho estudio -me dije a mi misma mientras soltaba un bostezo. Me puse de pie y me recosté. ~•~ Yo era una chica aparentemente normal. Aplicada y decidida. Tenía un fanatismo enorme por la saga de «Relatos de...