Maldije para mis adentros.
Sabía que en Estados Unidos no se estaba permitido estar fuera de la escuela en horario escolar, por lo que no era nada bueno toparse con un policía. Y mucho menos en mi situación.
—¿Quien eres tú? —preguntó. Yo estaba paralizada. El hombre me miraba con ambas manos en las caderas.
—Hola —fué lo único que pude decir, y me salió con un hilo de voz.
Me miró con el ceño fruncido.
—¿Hablas inglés? —indagó sin sacarme los ojos de encima.
Tragué saliva.
—Un... poco —murmuré con la peor pronunciación que había oído jamás. En serio, el inglés no es mi fuerte.
—Deberías estar en la escuela —reprochó luego.
Asentí, intentando calmarme.
-—Es que soy nueva en la zona —respondí respirando hondo.
El policía me miró fijamente durante unos segundos.
—¿Y de dónde vienes? —preguntó luego, a lo que yo resoplé.
¿Nada podía salir bien hoy? ¡Estaba en el lugar de mis sueños, en una situación de pesadilla!
—De... de... —no estaba segura que responder. Es decir, ¿Cómo justificas que una chica de dieciséis años apareció en Arcadia de la nada?— de Argentina —respondí finalmente.
El hombre asintió sin dejar de mirarme.
—¿Que edad tienes? —preguntó sacando su anotador.
No tenía más remedio que responder.
—Dieciséis —respondí. El uniformado me miró asintiendo.
—Bien, por hoy puedo dejártelo pasar, pero debes anotarte en una escuela lo más rápido posible, ¿Dónde están tus padres?
Lo primero fué un alivio para mí, y lo segundo, bueno... tuve que mentir. Obviamente.
—Estan caminando por el centro. Decidimos separarnos porque ellos hacen cosas aburridas. Ya sabe, diferencia de edades —expliqué, sonriendo, ahora más nerviosa que antes.
El policía asintió.
—¿Tienes documentación? —preguntó luego.
Sentía que su mirada llegaba a mi alma. Daba miedo.
—No —respondí—. M-mis padres tienen todo —hice una pausa mientras lo miraba— ¿Puedo irme, oficial? —pregunté, desesperada por salir de esa situación.
El policía me miró por última vez de forma fría, para luego seguir con su patrullaje.
Dí un gran suspiro de alivio cuando se alejó, y continué mi camino.
—¿Que voy a hacer? —murmuré en voz baja. Era una chica de diesciséis años, sola, sin dinero y sin documentación, ¿Que iba a hacer? No iban a permitirme alquilar nada, y sin padres no podía anotarme en la escuela. Y no era como con Aja y Krel que tenían a Varvatos, yo estaba sola, aunque existía un 0,00001% de que Jim o Toby me acogieran cuando les contara lo que había pasado. Pero por ahora, viviría en la calle.
Caminé un rato sumida en mis pensamientos, hasta que llegué a la calle donde vivían Jim y Toby. Era increíble estar allí parada, pero seguía pensando en posibles soluciones a mi problema.
En un momento de lucidez, una idea pasó por mi cabeza.
—¡Douxie! —exclamé, y luego salí corriendo en dirección al centro.
Me dirigí al café donde trabajaba el joven mago. Seguramente saldría mal, pero debía intentarlo.
Entre al lugar, ¡Era fascinante! Bueno, para mí todo era fascinante jeje.
Cuando lo ví, me pareció irónico. Iba a pedirle ayuda a una persona la cual no me gustaba. Mi hermana estaría encantada de estar allí.
—Buenos días señorita, ¿Que le ofrezco? —preguntó cuando se acercó.
Su cabellos azul era ridículo, y su personalidad se me hace insoportable, pero era el único que podía ayudarme.
Leía el menú, y cuando lo bajé susurré:
—Hisirdoux Casperan, el aprendiz de Merlín.
Parecía que que el chico había visto un fantasma en el instante en el que terminé de pronunciar la ultima palabra.
—¿Cómo sabés eso? —murmuró— ¿Eres enviada de alguien? —preguntó en voz baja, a la defensiva y con seriedad, pude ver cómo su brazalete mágico comenzaba a irradiar luz.
—No —respondí cortante—. Necesito tu ayuda.
Me miró fijamente, pensativo. Después unos segundos, suspiró.
—Bien, te veo aquí a las ocho —susurró sin dejar de verme serio, y notaba duda en su tono de voz.
—Ah, y un capuchino —agregué alcanzándole el menú, sonriendo maliciosamente.
El mago asintió y se fué tras el mostrador.
Lo único que hice ese momento; fué disfrutar, era un momento de paz. Me senté en un asiento que daba a una ventana y observé por largo rato los autos y gente pasar. Pasados diez minutos, Douxie trajo mi bebida. Estuve ahí hasta el mediodía, y pedí algo para comer, después de todo, tenía mucho para ver, ¡Quería conocer toda Arcadia!
Ni bien terminé de almorzar, me fuí del lugar. Cuando cerré la puerta, pude sentir la mirada de Douxie, puesta en mí fijamente.
Me volteé hacia la puerta de cristal para verlo, y simplemente le dí una mirada de desaprobación.
Caminé otro rato por el centro, y luego decidí ir al museo. En serio, en serio, quería conocer a Nomura. Obviamente, a ella no iba a decirle nada como "Oh, tu eres una cambiante" como le hablé a Jim sobre ser el cazatroles. Ella me rebanaría en un segundo.
Me paseé un tiempo por los pasillos del lugar. No logré ver a Nomura, pero pude apreciar varias de las obras que se exhibían ahí.
Doblando por un pasillo, me encontré con ESA zona prohibida.
Miré a todos lados antes de pasar, y al ver que el museo se encontraba vacío, me infiltré detrás de la sábana blanca.
Ahí estaba, Muerte en frente...
—Wow —murmuré al tenerlo en frente.
Estuve inmóvil algunos segundos, apreciándolo, hasta que oí pasos acercándose. Eché un vistazo a mi alrededor para ver dónde podía esconderme.
Al final, me resguardé detrás de unas cajas de madera que estaban apiladas. Los pasos parecían femeninos, eran como un resonar de tacones en el piso del museo, el cual estaba tan en silencio que se oía el eco de las pisadas retumbando en las paredes.
Se escuchaban cada vez más cerca, solo esperaba que no me descubriera.
Oí la sábana blanca correrse por un segundo, y luego, ví a Nomura entrando al cuarto con una caja más pequeña.
—Otra pieza —susurré. Por suerte, no me escuchó.
La mujer dejó la caja en el extremo opuesto a mí y salió de la sala.
Dí un suspiro de alivio y luego, chequeando que ya no hubiera nadie cerca, salí de ahí.
Me quedaba un rato hasta que fueran las ocho, así que decidí ir a otro lugar:
La preparatoria Arcadia Oaks...
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Yo En Relatos De Arcadia | Libro 1
Random-Ya fué mucho estudio -me dije a mi misma mientras soltaba un bostezo. Me puse de pie y me recosté. ~•~ Yo era una chica aparentemente normal. Aplicada y decidida. Tenía un fanatismo enorme por la saga de «Relatos de...