Equipo | 4

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Tenía demasiado que procesar. Aquel día había tenido demasiadas emociones.

Pero Douxie tenía razón.

Si esa era la única manera de volver a casa, entonces lo único que quedaba por hacer era cumplir.

Aquella noche no había logrado pegar ojo. La alarma sonó en la madrugada. Suspirando, me incorporé pesadamente.

—¡Buen día! —exclamó mi hermano abriendo la puerta de un portazo. Ni siquiera había amanecido.

Aunque parecía de buen humor, tenía un aspecto horrible. Seguramente, al igual que yo, no había dormido nada.

—Buenos días —murmuré poniéndome de pie.

—¿Lista para tu gran aventura? —se acercó a mí y revolvió mi pelo enmarañado.

—Sí... —suspiré y le regalé una sonrisa extraña— algo así...

Tomé mi mochila —previamente preparada— y me dirigí al marco de la puerta.

Por encima del hombro, miré a mi hermano.

—Dame cinco minutos —le sonreí y entré al baño.

Me arreglé un poco. Mi reflejo se veía especialmente apagado. Estaba asustada. Muy asustada.

Me refresqué el rostro y lo miré fijamente, ahí reflejado.

No podés fallar, ¿Escuchaste? —señalé mi reflejo—. Ellos confían en vos, tenés que hacerlo... es... —suspiré. Me pesaba decirlo— tu destino.

Solté un último suspiro y salí del baño con la mochila ya en los hombros y el pelo recogido. Iba a ser un viaje largo.

—Zoe nos verá cerca del bar —informó mi herma... digo, digo: Douxie mientras se acomodaba el bolso de cuero en el hombro.

Guardé una última botella de agua en mi mochila y le sonreí al mago.

—Sí, y... —me acerqué y cuando pasé por su lado le dí un golpecito en el hombro— alguien más...

Salí del departamento e Hisirdoux no tardó en alcanzarme junto con Archie.

—¿A qué te refieres? —intercambió una mirada con su familiar mientras seguíamos en dirección al elevador.

—Convoqué a alguien más para esta misión.

Ambos entramos en el elevador y el silencio reinó unos minutos. Cuando salimos del edificio, era casi imposible ver. La luna estaba oculta entre las nubes y había una pequeña capa de niebla en todo el entorno.

Mi hermano no tardó en hacer una especie de linterna con su brazalete, iluminando parte del camino. Estaba encapotado hasta la médula. Todo vestido de negro y con una capucha.

—Pregúntale —susurró Archie. Seguramente hablaba con Douxie.

Les eché una ojeada mientras caminábamos.

—Este... —el mago se rascó la nuca—. ¿A quien... invitaste?

Sonreí aunque no pudiera verme.

—Ya lo verás...

—Esto no me gusta nada —murmuró.

—Pues a mí me encanta —sonreí.

Caminamos un rato hasta que nos plantamos frente a dos figuras, cerca del bar. Discutían.

—Espero que no se maten —murmuré con un suspiro y comenzando a acercarme hacia ellos.

Zoe y Brendan se miraban cómo si quisieran desintegrarse.

Yo En Relatos De Arcadia | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora