Charlando con un mago | 3

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Ahí estaba, el lugar que más había ansiado ver...: la preparatoria Arcadia Oaks.

El lugar era grande, el césped olía a plástico, así que supuse que era sintético en su mayoría. Tenía una leve sensación de que el lugar era agradable, fuera de lo que veo tras mi pantalla cada día a cada hora.

Tuve que conformarme por verla por fuera, ya que estaba cerrada y además no era estudiante del lugar. Al menos, no todavía.

Caminé unas vueltas a la manzana, admirando el establecimiento. Cuando me dí cuenta, ya casi eran las ocho.

Comencé a caminar de nuevo a la cafetería del centro, para encontarme por fin con Douxie, esperando que accediera a ayudarme, aunque era la ultima persona con la que quería hablar, y mucho menos pedir ayuda.

Caminé un rato, no fué muy difícil recordar los caminos para tomar, por lo tanto, llegué muy rápido.

Pude ver a Loggan agradeciendo al peliazul por limpiar el local, y por la ventana alcancé a ver a Archie, el cual luego de verme se giró hacia donde estaba el mago; supongo que para avisarle de mi llegada.

El cielo se oscurecía a cada segundo que pasaba, intenté abrir la puerta, pero el mago ya la había trabado. Pude ver por las ventanas que Douxie me hacía unas señas algo extrañas, después de unos segundos de verlo hacer las señas, entendí que lo que quería decirme era que entrara por atrás.

Le indiqué con gesticulaciones que le había entendido, y me apresuré a entrar por atrás.

—Hola —oí cuando ya estuve dentro.

Puse una mueca de desaprobación y me senté.

—Hola —saludé cuando ya me había acomodado.

El mago se sentó frente a mi, y Archie se subió a la mesa para escuchar la conversación.

Sonreí al ver al gato negro frente a mí.

—Archie —murmuré con una inmensa felicidad, y comencé a acariciar su lomo. El familiar no dijo nada, por obvias razones, pero pude notar que empezó a ronronear.

—¿Quien eres? —preguntó el mago después de unos segundos de silencio, lo único que se oía era el ronronear de Archie y el motor de los refrigeradores andando.

—Vengo del mundo real —dije de pronto y sin dejar de acariciar al gato.

—¿Mundo real? —murmuró con el ceño fruncido.

—Sí... es extraño. Estaba en mi casa y, de la nada, aparecí en el centro de Arcadia.

El mago me miró con la duda grabada en los ojos.

—¿A qué te refieres con "real"? —volvió a expresar con una mueca en el rostro.

—Sí, real. De dónde yo vengo esto es un programa de televisión —expliqué.

El peliazul no entendía, podía notarlo.

—¿Por eso sabes mi nombre? —indagó. Y con buena razón.

—Sí, sé el nombre se la mayoría de la gente de aquí. Lo sé todo: Morgana, Muerte en frente, todo.

Douxie se llevó la mano al mentón, pensativo.

—No sé por que pasó, pero es genial estar aquí. Digo, este es mi show favorito... a pesar de su horrible final —fruncí el ceño con desaprobación.

—¿Final?

—Larga historia. Pero en serio necesito tu ayuda, no tengo documentación, ni dinero, ni casa, ¿Que hago? —apoyé ambas manos en la mesa.

Yo En Relatos De Arcadia | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora