El malhumor que había en el bar era contagioso. Los días siguientes a la discusión se hicieron completamente lentos y melancólicos
No le dirigí la palabra a Douxie en todo el resto de la semana. De hecho, él, que siempre estaba alegre y bromista, este último tiempo había estado deprimido. Frustrado.
—Hola, compañera —Brendan me guiñó un ojo al entrar en el cuarto.
Puse los ojos en blanco y seguí con lo mío. Estuvimos un rato en silencio. Él jugaba con su magia, moviendo cosas de un lugar a otro. Yo lo miraba de reojo de vez en cuando y resoplaba mientras intentaba comprender un ejercicio de álgebra.
—¿Problemas en el paraíso? —bromeó haciendo girar una planta en el aire. Su aura era de color azul eléctrico, tal cual Jim.
—No soy buena en matemáticas —dije sin mirarlo. Aunque no se lo pedí, se acercó y me arrebató el cuaderno—. ¡Ey!
Lo ojeó un momento y luego me miró con una sonrisa burlona.
—¿En serio no entiendes esto?
—Las matemáticas no son mi fuerte —refunfuñé intentando arrebatarle el cuaderno—. Además, la explicación está en inglés, y yo no soy nativa... —él estaba de pie y sostenía el libro en alto.
De la nada, bajó el cuaderno y me miró con una ceja enarcada.
—¿De dónde vienes?
—Argentina.
Se hechó hacia atrás y se sentó en su cama, con el cuaderno en la mano.
—¿Hablas español? —se le iluminó el rostro.
—¡No! ¡Por supuesto que no! —ironicé— Hablo tailandés, es mi lengua natal —levanté una ceja y me crucé de brazos.
Él soltó una potente carcajadas y después de un rato tomó aire.
—Me caes bien —aseguró.
—Pues tú no —me senté en mi cama.
Brendan ladeó la cabeza.
—¿Por qué?
—Eres insufrible. Inmaduro. Inepto y puedo seguir diciendo muchas otras palabras con I.
Volvió a reírse y yo fruncí el ceño.
—No respondiste mi pregunta —dijo finalmente.
—Sí, idiota. Hablo español.
Se hechó un poco hacia atrás para observarme.
—Pruébalo.
Puse los ojos en blanco.
—¿Que quieres que diga?
Se llevó una mano al mentón.
—«Ese florero está roto» —dijo asintiendo.
Lo miré. Esperaba que dijera alguna cosa ridícula.
—Ese florero está roto —dije en español, y él ladeó la cabeza.
Intentó repetir la oración que acababa de decir y le salió un acento algo extraño.
Comencé a reírme abiertamente y Brendan me frunció el ceño.
—¿Que es tan gracioso?
Seguí riendo. Me dolía la panza.
—Tu acento —continué riéndome.
—¿Que tiene de malo? —levantó ambas cejas.
—Es... —volví a reír— es como si un bebé estadounidense hablase español.
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Yo En Relatos De Arcadia | Libro 1
Random-Ya fué mucho estudio -me dije a mi misma mientras soltaba un bostezo. Me puse de pie y me recosté. ~•~ Yo era una chica aparentemente normal. Aplicada y decidida. Tenía un fanatismo enorme por la saga de «Relatos de...