Escape | 2

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No sé cuánto tiempo estuve atada a esa silla, mirando como los dos imbéciles que me habían atado hablaban entre si. El tiempo se pasaba muuuuuy lento. Hasta conseguí dormitar un rato.

Un portazo me sobresaltó, y abrí los ojos de golpe. Era Blinkie, y detrás de él, apareció Arrrgh. Ni siquiera me había percatado de que ya había anochecido.

—Hola, Blinkie —saludó Jim, acercándose al troll.

Toby me gesticuló con las manos que me estaría observando, a lo que yo puse los ojos en blanco y esperé... De nuevo.

El azulado troll se me acercó, examinándome con empeño, y el otro se dedicó a mirar el lugar con cierta curiosidad.

—Asi que ésta es la famosa cambiante —murmuró con una de sus manos en el mentón.

—¿Yo? ¿Una cambiante? ¿En serio? No me hagas reír —solté un bufido burlón.

Blinkie entrecerró los ojos y sacó de un saco la herradura.

—No va a sufrir... ¿Verdad? —preguntó Toby, algo asustado, posicionándose detrás de Jim.

—Claro que no, porque no soy una cambiante.

—Eso vamos a averiguarlo ahora —exclamó Jim con un dedo acusador, mientras su amigo seguía igual que antes.

Blinkie acercó temerosamente la herradura a mi brazo, y cuando hizo contacto... claramente no pasó nada.

—Se los dije, idiotas —dije con mala cara— ¿Ya pueden des...?

No pude terminar de hablar porque oímos a Bárbara afuera.

—¡Es mi mamá! —exclamó Jim.

—No me digas —murmuré mirándolo con el seño fruncido.

Se apresuró a liberarme y correr escaleras arriba. Tomé mis cosas e imité el acto. Todos nos encerramos todos en el baño.

—¿Jim? —se oyó desde la planta baja— ¿Estás en casa? —el joven intercambió una mirada con sus aliados.

—¡Sí! —respondió.

Miré a mi alrededor. En serio, era el último lugar dónde quería estar, y además, Douxie iba a matarme. Él insistía en qué no debería andar sola, porque podía hablar de más, y porque no sabía que clase de anomalía podía traer si estaba muy cerca de los personajes principales. Lamentablemente, debo darle la razón.

En mi corta búsqueda, me topé con una ventanita. Era algo pequeña, pero me serviría para escapar.

Trepé como pude, y logré quedar colgada del lado de afuera de la ventana, sin que lo notaran, ya que estaban en un momento bastante tenso.

Ahora el problema, era... bajar.

Para alguien con acrofobia, eso nunca es bueno. Estaba en la planta alta, así que no podía lanzarme sin sufrir algún daño o hacer ruido.

Pude ver una pequeña sobresaliente de pared, en la que pude pisar para tener más estabilidad. Caminé con mucho cuidado por ese borde, y salí al tejado principal, al frente de la casa.

Hice equilibrio para no caerme, y logré bajar casi ilesa, de no se por los dedos adoloridos de sostenerme de la madera áspera, y los pies entumecidos de caminar en puntitas.

Quisiera decir que no notaron mi ausencia, pero lamentablemente no puedo. Ni bien aterricé, pude ver a Jim asomarse un poco por la ventanita. Tenía una expresión bastante chistosa.

Le dí un saludo con la mano y corrí cómo nunca antes. Ojalá me hubiera quedado para ver sus caras, pero esa no era una opción.

Llegué al bar de hechiceros, con la esperanza de que Douxie no estuviera ahí... Pero de nuevo, estaba equivocada.

—¿Dónde estabas? —fué lo primero que escuché al entrar al lugar— ¡Te dije que no estuvieras mucho tiempo fuera! —reprochó.

—Lo siento, ¿Sí? Fuí secuestrada —expliqué con una cara extraña—. Jim creyó que era una cambiante, y quería comprobar sus sospechas, pero claramente no es así.

El mago puso una mueca, y luego se agarró el puente de la nariz.

—¿Qué le dijiste para que creyera eso? —preguntó si dejar de lado su mueca.

—Quizá... le dije que el era el cazatroles y que... tenía un poder sagrado cuando me lo encontré el primer día en los canales... Yendo a la escuela... —sonreí inocentemente y alcé un poco las manos.

Soltó un suspiro.

—Con buena razón lo hizo... —dijo, luego se quedó pensativo por unos segundos—. Espera... ¿Jim? ¿Un humano? ¿Cómo cazatroles?

—Lo sé, lo sé: el primer Cazatroles humano, asusta y blah, blah, blah. Ví el show, ¿Recuerdas? —le recordé con los ojos en blanco.

—Eso podría cambiarlo todo —sonrió e hizo un gesto con la mano.

—Y lo hará —admití—. Hasta que... —negué con la cabeza—. Olvídalo...Voy a dormir. Estoy cansada —tomé mi mochila y comencé a caminar hacia el cuarto.

—Que buena forma de dejar conversaciones —revoleó los ojos con una sonrisa.

Sonreí de forma irónica y me adelanté a mi habitación. Oí un golpe en la puerta un rato después, era Zoe.

—¿Que hay? —saludó cuando le abrí.

—Nada nuevo —respondí con una sonrisa.

—Si vas a quedarte aquí, tienes que ayudar. Después de todo, te estamos acogiendo a...regañadientes —dijo mientras miraba en dirección a Douxie, que estaba en el pasillo derecho. Aunque no lo veía, supuse que le hizo alguna cara a Zoe—. En fin; mañana comenzarás en atención al cliente. Estarás de ocho treinta a doce de la noche —agregó extendiéndome un uniforme enterizo—. Si no es de tu talla, hablale a Alisson. Es la chica de aqui al lado —ofreció señalando el pasillo a la izquierda—. Estamos cortos de personal, y nos viene bien tu ayuda.

Después de eso, salió del cuarto sin decir nada más.

Me acosté bastante feliz, la verdad. Lo único, es que extrañaba bastante a mi familia, y eso que solo habían pasado dos días. Es increíble como no soportas a tus hermanos o padres, o hasta amigos, y cuando ya no los tienes, o dejas de verlos, los extrañas más que a nada, y solo quieres volver a estar con ellos.

Que ironía, justo antes de dormirme, había tenido una discusión con mi hermana, y ya ni recuerdo por qué. Pero, el punto es que quizá no la volvería a ver, aunque no quiero ser pesimista, y lo último que hicimos fué pelear.

Si bien era increíble estar en Arcadia, la ciudad que —para más ironía, era por lo que a veces peleaba con mi madre, decía que no podía ser que estuviera viendo tanto eso y bueno... Cosas que dicen las madres cuando se enojan, ¿No?— amaba, y había anhelado tanto que existiera, se sentía vacía. Ojalá mi hermana o mi hermano estuvieran ahí conmigo.

Que más da, con un poco de paciencia iba a poder volver a... dónde salí, ¿No? Es decir, no sé si esa cosa que me estaba pasando era un multiverso, un coma, un maldito sueño lucido, un golpe o cualquier otra cosa. Así que, volvería a casa, ese es el punto.

Por ahora, tocaba disfrutar de la vida en Arcadia, y de sus pros y contras.

Meh, otro hermoso y normal día en esta bella ciudad finalizaba, así que me fuí a dormir, cansadísima de todo el drama que había tenido hoy, y creo que fué la primera vez, que había dormido tan bien en mi vida.

Yo En Relatos De Arcadia | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora