06.

498 40 2
                                    




Tennessee subió las escaleras hacia el dormitorio de Enzo, recordando la conversación que había tenido con él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Tennessee subió las escaleras hacia el dormitorio de Enzo, recordando la conversación que había tenido con él. Estaba intrigada por lo que Enzo quería contarle.

Cuando llegó frente a la puerta del dormitorio, respiró profundamente y tocó suavemente. Esperó unos segundos antes de escuchar pasos acercándose y la puerta se abrió lentamente. Para su sorpresa, quien estaba del otro lado era Tom, con una expresión seria.

Tennessee se sintió un poco incómoda, pero recordó su objetivo de hablar con Enzo y decidió seguir adelante. —Hola. Enzo me pidió que viniera a su dormitorio después del almuerzo.

—No me interesa, Enzo no está, que vaya él al tuyo.— dijo para luego intentar volver a cerrar la puerta, pero la pelirroja lo detuvo.

—Pues entonces esperaré, pero me citó aquí, no es solo tú dormitorio, si no quieres verme entonces vete tú.— dijo ella, enojada.

—Eres una insolente.— dijo él a lo que ella se encogió de hombros.

A Tennessee se le dio por mirar dentro de la habitación detrás de Tom y entonces vio a alguien que reconocía a la perfección.

—¡Hey! ¿Que hace mi gata ahí?— preguntó pasando por el lado de él para entrar.

—¿Disculpa?— preguntó Tom. —Esa gata no es tuya.

—Si, si lo es, es mi gata, ¿por qué la tienes?— dijo ella tomando a la gatita en los brazos.

Tom frunció el ceño al ver a Tennessee entrar en el dormitorio y tomar a la gata en brazos. Parecía sorprendido y un tanto molesto por la situación.

—No es tu gata, es mi gata, ahora déjala donde estaba.— dijo el castaño.

—No es tu maldita gata, es mía, lo sé por está mancha que tiene aquí.— dijo señalando La Mancha en su estómago. —Se me comenzó a perder desde comienzo de año y va poco a mi habitación, seguro tu la secuestraste, te la robaste.

—Si no le diste la atención que necesitaba no es mi culpa, la gata es mía ahora, así que déjala en su lugar.

—No voy a dejar a Pelusa aquí contigo. Es mi gata, y si se perdió, es tu responsabilidad devolverla, no secuestrarla.— dijo Tennessee, sin titubear.

—¿Pelusa? Que estúpido nombre.— dijo el castaño. —se llama Nieve, ahora déjala donde está.

Tennessee frunció el ceño, sintiéndose cada vez más frustrada por la actitud de Tom. No podía creer que estuviera discutiendo por SU gata.

—Mira, Tom, sé que es mi gata, la placa de su collar dice pelusa por atrás. Deja de hacerme perder el tiempo y devuélvemela.— dijo Tennessee con determinación, manteniendo a Pelusa (o Nieve, según Tom) en brazos.

Teach me how to love (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora