12.

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—Basta, dámelo ahora Mattheo

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—Basta, dámelo ahora Mattheo.— dijo Tennessee persiguiendo al chico.

—¡Solo voy a leer un poquito!— dijo el castaño corriendo al rededor de los sillones.

—¿Que les pasa?— preguntó Enzo viéndolos correr.

—Mattheo tiene mi diario. Ya dámelo.— dijo la pelirroja.

—Mattheo, dale eso.— dijo Tom sin despegar la mirada de un libro que leía.

—Atrápame si es que puedes.— dijo Mattheo.

Tennessee corrió detrás de Mattheo, su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba atraparlo. Mattheo, con una risa traviesa, se desvió por detrás de un sillón, manteniendo el diario fuera de su alcance.

—¡Mattheo, en serio, dámelo!— gritó Tennessee, tratando de contener su frustración.

—Solo quiero ver que tanto escondes aquí.— dijo, riendo mientras esquivaba a Tennessee.

Enzo y Theo se levantaron para intervenir, pero Mattheo seguía moviéndose rápidamente, burlándose de ellos.

—Vamos, chicos, ¡es solo una broma!— dijo Mattheo, aunque su tono estaba teñido de diversión.

—No es gracioso, Mattheo. Podrías haber leído algo privado.— dijo Tennessee, finalmente logrando acercarse lo suficiente para lanzarse hacia él.

Mattheo, sorprendido por la súbita agresividad de Tennessee, tropezó y cayó de espaldas en el sofá. Tennessee se abalanzó sobre él. —¡Dámelo!— dijo forcejeando con él.

Mattheo levantó el diario en el aire, tratando de mantenerlo fuera del alcance de Tennessee mientras ambos reían y forcejeaban. La situación se tornó en una mezcla de risas y gritos.

—¡Mattheo, basta!— dijo Tennessee, intentando recuperar el diario. —voy a contar hasta tres.— dijo mirándolo.

—¡Uno!— comenzó Tennessee, su voz firme aunque todavía entre risas.

Mattheo la miró, su sonrisa desafiante, pero sus ojos mostraban una pizca de preocupación.

—¡Dos!— continuó Tennessee, acercándose más a él, su determinación evidente.

En el último segundo antes de que dijera tres, Mattheo soltó el diario, dejándolo caer en el regazo de Tennessee.

—¡Está bien, está bien! Lo dejo.— dijo, levantando las manos en señal de rendición.

Tennessee agarró el diario rápidamente y lo sostuvo contra su pecho, respirando con dificultad mientras lo miraba con una mezcla de alivio y frustración. Con el mismo diario Tennessee le dio un golpetazo en la cabeza.

—¡Ay!— exclamó Mattheo, frotándose la cabeza mientras reía. —Vale, lo merecía.

Tennessee se levantó, todavía sosteniendo el diario contra su pecho, y lo miró con una ceja levantada. —Sí, lo merecías. No vuelvas a tocar mis cosas.

Teach me how to love (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora