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Tennessee pasó el día disfrutando de Hogsmeade con sus amigos, sintiéndose más querida y especial que nunca

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Tennessee pasó el día disfrutando de Hogsmeade con sus amigos, sintiéndose más querida y especial que nunca. El tiempo voló entre risas, dulces de Honeydukes y charlas en Las Tres Escobas. Sin embargo, en la parte trasera de su mente, la nota de Tom la tenía intrigada. Era obvio que era él, ¿quien más podía ser T.R? Cuando todos volvieron al castillo, se disculpó con sus amigos, alegando que necesitaba ir a su habitación para descansar.

De regreso en su habitación, se miró al espejo, asegurándose de que su apariencia fuera adecuada para la ocasión. Tom no era alguien que se tomara las cosas a la ligera, y ella quería estar lista para lo que sea que él tuviera planeado.

A las nueve en punto, Tennessee se dirigió hacia la torre de astronomía. El castillo estaba tranquilo, con solo el eco de sus pasos rompiendo el silencio de los pasillos oscuros. La noche estaba despejada, y la luna llena iluminaba el camino con una luz plateada.

Al llegar a la torre, Tennessee encontró la puerta entreabierta. Empujó suavemente y entró, su corazón latiendo con expectación. Subió los últimos escalones y, al llegar a la plataforma superior, vio a Tom de pie, mirando las estrellas.

Tom se giró al escuchar sus pasos, sus ojos fríos y calculadores fijándose en ella con una intensidad que la hizo detenerse por un momento. Luego, una ligera sonrisa apareció en los labios de ella.

—Me alegra que hayas venido, Tennessee.— dijo Tom con su voz suave y controlada.

—Hola, Tom.— dijo Tennessee, sintiéndose un poco nerviosa pero decidida a mantener la calma—. ¿Qué es esto? ¿Por qué querías verme aquí?

Tom se acercó lentamente, sus movimientos elegantes y fluidos. —Bueno... quería darte algo.— dijo extendiéndole una pequeña cajita.

Tennessee tomó la cajita con cuidado, sus dedos temblando ligeramente mientras la abría. Dentro, había un delicado colgante en forma de estrella, hecho de plata con una pequeña piedra preciosa en el centro que brillaba bajo la luz de la luna.

—Es hermoso, Tom.— dijo Tennessee, conmovida por el gesto. —Pero, ¿por qué esto?

Tom la observó por un momento, su mirada intensa pero con una suavidad que rara vez mostraba.

—Porque pensé que te gustaría.— dijo finalmente, su tono controlado y serio.

Tennessee lo miró a los ojos, tratando de descifrar la razón detrás de este gesto inesperado. —Tom...— comenzó, pero no sabía exactamente qué decir. La frialdad de Tom siempre había sido un muro difícil de traspasar.

Tom desvió la mirada por un momento, observando el cielo estrellado. —No te acostumbres a esto.— dijo, su voz volviendo a ser más firme. —Solo quería darte algo también, ya que todos los demás se tomaron la molestia de hacer algo para ti.

Teach me how to love (Tom Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora