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Tennessee se encontraba en una colina solitaria de Hogwarts, envuelta por la oscuridad de la noche estrellada. Las luces de las torres del castillo brillaban a lo lejos, pero en ese momento ella se sentía aislada en su propio mundo de pensamientos.
La brisa suave jugaba con su cabello pelirrojo mientras permanecía recostada sobre la hierba fresca. Cerró los ojos y dejó que sus pensamientos fluyeran libremente, recordando los momentos difíciles que había enfrentado en su vida.
Desde su infancia, Tennessee había vivido en una burbuja de protección, alejada del mundo exterior "por su propio bien". Su familia había pasado por momentos complicados por ella, y eso había dejado una marca profunda en ella. La sensación de no encajar, de ser diferente, siempre la había acompañado.
Recordó las veces que se había sentido sola, incluso rodeada de gente. La sensación de no poder compartir sus verdaderos sentimientos, de tener que ocultar sus preocupaciones y miedos tras una sonrisa forzada.
Pero también recordó los momentos de fortaleza, cuando había encontrado apoyo en sus amigos en Hogwarts. Ellos habían sido su refugio, su luz en medio de la oscuridad. La amistad verdadera que había cultivado con ellos era un tesoro invaluable para Tennessee.
El miedo de ella ahora era diferente al de antes, ahora sólo tenía miedo de que ellos supieran la verdad, que supieran que ella era diferente y la hicieran a un lado, tenía miedo de mostrarles quien era su verdadera yo. Nunca se iba permitir perderlos, era riesgoso para ella y para ellos que supieran.
La pelirroja sintió un pequeño roce en sus pies y rápidamente se incorporó asustada, pero se calmó al darse cuenta que solo era Pelusa.
—Hola Pelusa... ¿también vienes a pensar?— preguntó, la felina solamente maulló mientras la miraba. —¿Estas aburrida? ¿Quieres jugar?
La pequeña gatita maulló nuevamente y Tennessee sonrió. Estiró su mano hacia una pequeña roca que estaba por lo menos a medio metro de ella haciendo que levitara y la trajo lentamente hacia ella.
—Tómala.— dijo Tennessee moviendo la roca en el aire de un lado a otro mientras Pelusa saltaba y la perseguía.
Pelusa saltó sobre la roca con agilidad, atrapándola con sus patas y provocando una sonrisa en Tennessee. La pequeña gata casi se cae, pero Tennessee alzó la otra mano rápidamente haciendo que la gata también levitara, la bajó lentamente.
—Ten cuidado...— dijo ella una vez la gata tocó el piso.
—Como hiciste eso.— preguntó alguien detrás de ella haciendo que ella se levantara rápidamente y volteara.
—Theo...— dijo ella con el corazón en la mano. —¿Que cosa?— preguntó haciéndose la tonta.
—Hiciste que la roca y la gata levitaran... ¿como lo hiciste?— preguntó con una expresión seria.
