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El cielo de Hogwarts estaba despejado y el aire vibraba con la energía de los estudiantes que llenaban las gradas del campo de Quidditch. Las banderas ondeaban al viento, y el murmullo de las conversaciones se mezclaba con los gritos de ánimo de los espectadores. Tennessee y Helena estaban sentadas en las gradas, envueltas en bufandas de Slytherin, esperando con ansias el comienzo del partido contra Gryffindor.
—¡Esto va a ser genial!— exclamó Helena, mirando a su alrededor. —Estoy segura de que Slytherin va a ganar.
—Gracias por apoyarnos como si fueras de nuestra casa.— dijo Tennessee riendo. —Y sí, yo también lo creo.— respondió Tennessee, tratando de esconder su nerviosismo.
—Ay no hay problema tontita.— dijo Helena restándole importancia. —Oye, ¿no venía uno de tus amigos aquí que no juega?
—Si, Enzo. Pero no sé dónde está metido, tal vez esté allá abajo con los chicos mientras comienza el partido.
Su mirada se dirigió involuntariamente hacia el campo donde el equipo de Slytherin estaba reunido, preparándose para el partido. Entre ellos, vio a Tom, serio y concentrado mientras hablaba con sus compañeros de equipo.
—¿Qué tanto miras?— preguntó Helena, notando la atención de Tennessee hacia el equipo.
—¿Yo? Nada...
—¿Estás mirando a Riddle? ¿Estás mirando a Riddle así de embobada?— preguntó Helena un poco sorprendida.
—¿Yo? No, claro que no. Solo... estaba mirando al equipo en general.— respondió Tennessee, intentando disimular su incomodidad. —Tom es solo uno de los jugadores, ya sabes...
Helena alzó una ceja, claramente escéptica. —¿Y como sabías que hablo de Tom? Según yo... hay dos Riddle.
Tennessee se quedó petrificada. —Ah... yo... bueno es que...
—¡Ay Nessa, por favor! No sabes mentir.
—¡No estoy mintiendo!
—¿Te gusta él verdad?— preguntó la castaña intrigada.
Tennessee sintió que sus mejillas se sonrojaban. —No es eso...— murmuró, desviando la mirada hacia el campo. —Es solo que... no sé, es complicado.
Helena la miró con una sonrisa comprensiva. —Bueno, no tienes que explicarlo si no quieres. Pero, si te gusta, no hay nada de malo en ello. Solo sé tú misma.
Antes de que Tennessee pudiera responder, un fuerte rugido de la multitud anunció el inicio del partido. Los jugadores se elevaron en sus escobas y Lee comenzó a narrar cada movimiento con entusiasmo.
—¡Vamos Slytherin!— gritó Helena, uniéndose a los cánticos de los seguidores.
Tennessee trató de concentrarse en el partido, pero su mirada seguía volviendo a Tom. A pesar de su actitud seria y distante, había momentos en los que él mostraba una faceta diferente, una que Tennessee encontraba intrigante.