XV - Baño bendito

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🐑: advertencia: abuso-sexual.🔞

XV 

—Corderos míos, tengo que comunicarles unos cambios —habla uno de los coordinadores del cual ni siquiera recuerdo su nombre, estoy somnoliento—. Hoy tendrán que tomar un baño bendito obligatorio, nosotros les hablaremos a medio día. También las porciones de comida serán menores e iniciaremos el ayuno desde las seis de la tarde hasta nuevo aviso —se retira con una sonrisa de satisfacción, le parece gratificante que la tortura haya iniciado.

Suspiro. No esperaba menos.

Jungkook ha estado callado desde hace cinco minutos, juega con su avena.

—Come algo, no dudes que también nos quiten el almuerzo. No puedes durar tanto sin comer.

—No tengo hambre, extraño a mis papás y a mi hermano. Quiero irme —su mirada cristalizada aprieta mi corazón—. Yo sólo estaba viendo los juguetes de niña en el supermercado porque me gustaron los colores. No soy un marica —su labio inferior tiembla.

Trago saliva.

Creo que Jungkook ni siquiera sabe el significado de "marica" y sólo lo repite porque así nos han hablado en el retiro.

—Fui a hablar con el Pastor y me dijo que no podía irme, que mis padres no contestan y que dejarán de quererme si no completo el retiro.

—Ellos te quieren, Jungkook, no creas lo que dice.

—Si me quisieran no estuviera aquí.

Me quedo mudo veo a Jungkook dar su primera cucharada a la comida.

—Saldremos pronto.

La tarde llega y mi nombre suena a través de los parlantes colocados en todo el retiro, están tan oxidados que pensé que no servían.

Dejo mi biblia sobre la cama, suspiro y tomo un cambio de ropa.

Me dirijo a los baños, pero hay un coordinador ahí y me dice que el baño será en una de las edificaciones gris al fondo, voy ahí y veo como Kim Hajoon me recibe con rostro estoico.

—Vamos al fondo.

Obedezco y a los segundos llegamos a un área vacía de paredes grises y piso a juego, trago saliva al no ver a nadie más. La cruz de Cristo reluce entre el ambiente oscuro y triste.

—Quítate la ropa.

Niego por instinto, sin pensar en las posibles consecuencias.

—¿Dónde tomaré mi baño? —hablo lo más calmado que puedo y me aferro a mi cambio de ropa limpia.

—Aquí —sonríe y va hacia una manguera y deja salir un poco de agua—. Ponte contra la pared o te obligaré.

Dejo mi ropa de lado y camino con pasos indecisos hacia la pared húmeda, indicando los baños anteriores.

—Quítate la ropa.

—No... —susurro y niego abrazándome a mí mismo, jamás he estado desnudo frente a alguien—. Yo... siento pena.

—¿Ahora un sodomita como tú está avergonzado de enseñar las bolas? —ríe—. Déjate de bromas.

—No quiero que me vea desnudo. Yo...

—Apúrate, niñita o te desvestiré yo mismo.

Comienzo a llorar sintiéndome impotente, muerdo mis labios y me deshago del suéter que tejió mi madre para la navidad pasada.

—Espera. Hazlo lento, quiero verte bien.

La mirada sucia de Hajoon me ve de pies a cabeza. Hay algo que logro identificar en él: Lascivia.

—También el calzoncillo —suelto un gemido ahogado y húmedo por mis lágrimas, acato y cubro inmediatamente mi entrepierna—. Eso, putita, obedece.

Siento el chorro de agua a presión impactar mi cuerpo. Está helada y la siento como escarcha sobre mi piel. Es doloroso, el agua se siente como un látigo de hielo.

—Voltéate, enseña ese rico culito tuyo.

Tengo ganas de vomitar. Doy una arcada, expulsando un poco de bilis, ganándome un golpe con agua en el rostro.

—Asqueroso marica, aún no te meto la polla para que vomites —se ríe sonoramente enseñando los dientes amarillos de forma repugnante.

Me giro y el agua impacta justo en mi trasero.

—Oh, es tan rico como me lo imaginaba.

Sigo llorando hasta quedarme si aire, deseando desaparecer.

—Eso, ya estás limpio, putita —cierra el grifo y me avienta un cambio de ropa a la cara—. Ese será tu uniforme hasta que te rehabilites. Lárgate.

Me visto en segundos, sin preocuparme por acomodar correctamente mi conjunto gris oscuro. Parezco un reo.

—Llévate tu ropa limpia —la tomo y trastrabillo por el suelo mojado—. La ropa sucia déjala aquí, la quiero de recuerdo —se ríe repulsivo acomodándose el cinturón.

Salgo rápido de ahí, importándome poco sus palabras. Sólo quiero irme.

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Cordero de Dios «YoonMin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora