XVII - No deberías estar aquí

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XVII 

Jungkook pregunta por mi estado constantemente, aunque sé que él está peor. Sus ojos grandes y brillosos se han estado apagando.

Ese día estamos solos en la capilla, no es por ningún motivo en concreto, simplemente intentamos hablar con Dios.

—¿Crees que el Pastor Min saque a su hijo rápido de ese lugar?

—No lo creo —hablo con más libertad al hallarnos solos.

—Si le hizo eso a su hijo, no creo que tenga piedad con nosotros.

Esa mañana, después de que Min Yoongi se entregara por mí en la madrugada, el Pastor Min dijo que ningún acto de rebeldía sería tolerado y expuso que su hijo se encontraba en una fosa siendo rehabilitado para reencontrarse con Cristo.

Con falso dolor, explicó que no importaba quién fuera, se encargaría que esparcir correctivos a los corderos descarriados.

—¿Cómo crees que sea ese lugar?

—Horrible.

Por ese motivo, Min Yoongi no dejó de estar en mis rezos durante la mañana.

—Tengo que ir a llevarle comida.

—¿Crees que no lo estén alimentando?

—Pienso que están siendo unos malnacidos con él.

—¡Jimin! Estamos en la capilla —voltea a ver a Cristo en la cruz y después a mí.

Exhalo por la inocencia de Jungkook.

—Antes de ducharme iré a buscar la fosa, seguramente está cercana a los botes de basura. No pierdo nada buscándola.

—¿Y si te atrapan?

—Diré que intentaba meditar o algo así.

—Eso es mentir, Jimin —expresa con cierto temor.

—Ellos nos mintieron primero al pintar este lugar como paradisiaco.

Jungkook asiente y salimos de ahí.

—Sólo intenta que no te atrapen.

—Lo intentaré.

Nos despedimos sin mucho afecto porque hay coordinadores vigilando.

Con claro nerviosismo, volteo hacia todos lados buscando algún testigo, pero no, todos están en sus vagas actividades. Ya dentro de la cabaña y con clara vergüenza, me dispongo a buscar entre las pertenencias de Min Yoongi.

Busco un par de barritas para llevarle. No husmeo mucho por respeto, pero debo admitir que saber más de Yoongi llama mi atención. Es muy reservado, ni siquiera sé sus motivos detrás de la mitad de sus acciones. Sólo sé que el Yoongi de hace semanas no es el mismo que el de esta madrugada.

Algo ha cambiado, pero...

—Ah, qué carajo... —expreso asustado, mis movimientos son rápidos, cierro una de las maletas de Yoongi y mi rostro se acalora. Seguramente estoy muy rojo ahora mismo.

Me siento en el suelo, no creyendo lo que encontré en la maleta que está bajo la cama de Min Yoongi. Sin embargo, en contra de mi timidez, tomo nuevamente el equipaje y lo abro, siendo víctima de mi curiosidad.

Un par de cajas de cartón con letras brillosas y empaque poco llamativo se muestran ante mí.

Son dos cajas grandes de preservativos.

Con tanta cantidad como para follar tres veces al día durante dos meses. Sólo una está abierta y con leve desabasto.

Sé que no debería estar fisgoneando en las pertenencias de Yoongi, pero él me comienza a causar bastante intriga. Contrario a todos mis principios, abro un poco más la maleta y veo un par de botes de lubricante.

Cordero de Dios «YoonMin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora