XXV - Sosteniendo la mentira

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XXV 

Mis ojos lagañosos se separan, los limpio lento con las manos e inmediatamente mis sentidos se ponen en alerta. No pude dormir nada hasta hace unas pocas horas, cualquier sonido del exterior me asustaba y despertaba, me niego a que me ocurra algo similar.

Por mi cabeza pasan mis pensamientos sin poderlos analizar todos. ¿Y si yo provoqué todo esto? ¿Y si soy el culpable? Tal como me lo dijo Seojoon después de liberarme de esa silla maldita y echarme del recinto. No, yo no deseé eso, pero todos dicen que lo deseo, todos dicen que soy un sodomita repugnante sin valores.

Me duele la espalda.

—Buenos días —la voz rasposa de Yoongi irrumpe el silencio, yo sigo con los ojos cerrados—, estuviste despertándote toda la noche.

—Perdón.

—No te preocupes.

—No pude dormir bien —digo con voz rasposa.

—Lo sé, estuve cuidando que no cayeras de la cama, te movías mucho —contesta irónico.

—Perdón —repito con pena.

—No te preocupes —repite y me hace reír por su tono—. Te guardé desayuno.

—¿Desayuno? ¿Qué hora es?

—Casi las once. Tranquilo, dije que amaneciste con fiebre y estabas indispuesto.

—Perdón por hacerte mentir.

—Se me da bien —dice juguetón y acerca un plato con huevos y verdura. Comienzo a comer sin mucho cuidado, sé que luzco horrible, con los ojos hinchados, labios secos y marcas rojizas alrededor de mi cuerpo maltratado.

—Gracias, hoy no quiero salir de aquí.

El silencio de Yoongi me inquieta, es como si me analizara para saber qué pienso o qué oculto.

—Tus piernas se ven mejor —suelto sin verlo directamente.

—Sí, mi enfermero personal me atendió bien, ¿no crees? —bromea, trato de reír, pero sale un intento de risa ahogada.

—Sólo puse unas vendas, tampoco hice tanto —desmerito, pero no recibo respuesta de Yoongi, como un pedazo de calabacín, esperando que el momento incómodo pase.

—¿Por qué no me ves? —inquiere disgustado—. Desde ayer no me diriges la mirada.

Oh, no pensé que lo notaría.

—Sólo estoy un poco...

—Estás mintiéndome —interrumpe de forma casi grosera, me cohíbo y niego a hablar.

—No, yo...

—Y estás sosteniendo la mentira —sus brazos de cruzan.

Él lo sabe. Él lo sabe.

Estoy acorralado.

—Perdón —dice inmediatamente—, no fue mi intención ser un entrometido. Si quieres hablar después, estaré esperándote y si no quieres, no hay problema.

Un peso se va de mis hombros y veo sus fanales negros escrutándome con detenimiento.

—Gracias.

—Eres muy malo mintiendo.

—Se me da mal —imitó su anterior comentario y ambos soltamos una risa calma.

No sé cómo permitieron que ese día estuviera en la cabaña con Yoongi, él empezó a leer un libro durante casi una hora y después de eso fue por agua caliente para ambos. Yo quise ir a ver a Jungkook, asegurarme de que estaba bien y que nadie le hizo nada, pero me dio miedo que preguntara por mí y por cómo me fue. No creo poder mentirle a esos ojos sinceros.

Cordero de Dios «YoonMin»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora