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Una vez que Jin Liang estuvo lo suficientemente lejos de Muelle de Loto, descendió y cuando tocó tierra, se derrumbó.
Cayó en el frío césped y dejando que sus cosas se desparraman por todo el lugar, rompió en llanto.
Uno feo y doloroso. Ahora sí que lo había perdido todo. Su garganta dolió de tanto gritar tanto el nombre de su sobrino como una disculpa a su querida amiga.

Les había fallado a ambos una vez más.
Se sentía demasiado miserable. Ni siquiera merecía estar viva.

Tomó su espada y miró su reflejo en la hoja afilada de Jinhua. Era patética.
Con la empuñadura en su mano, apuntó la punta del filo a su estómago, dispuesta a quitarse la vida en ese lugar.

Al final, no tuvo el valor para hacerlo, tiró la espada al suelo y se desplomó en la tierra, dejando que el polvo y el pasto se pegaran a su ropa, manchandola.
Por un momento se sintió culpable por ensuciar la ropa de la secta Jiang, pero todo pasó a segundo plano rápidamente pues todo lo sucedido era más doloroso.

Cuando ya no le quedaban lágrimas para llorar, se levantó, recogió las pocas cosas que llevaba consigo y comenzó a caminar sin rumbo.
Vagó algunos días por el bosque, pensando y recordando cuál sería el mejor destino para abandonarse a su dolor.
Después de algunos días, ya había entrado la noche cuando llegó a un pequeño poblado en medio del frondoso bosque.

No sabía cuánto tiempo había caminado ya que a veces se encontraba desmayada en se sintió aliviada cuando vio una taberna donde descansar. Se sentó en una lejana mesa, pidió el licor más fuerte que tuvieran y bebió hasta perder la conciencia.

Al despertarse, se encontró en una cama lo bastante acogedora como para que no tuviera dolor de cuello o espalda. No recordaba haber pedido aquella habitación, pero no fue eso lo que más la sorprendió, sino la nota junto a sus pocas pertenencias intactas y acomodadas sobre el mueble que contenía un espejo.
La cabeza le daba vueltas por la cantidad exagerada de alcohol que ingirió, pero esa sensación era mejor a todo el dolor que estaba atravesado.
Tomó la nota y la leyó lentamente, procesando las palabras.

"Señorita Jin;

Espero que haya descansado bien. Cuando esté lista, la espero para charlar sobre algunos asuntos importantes con usted.

Zewu-Jun, Líder de la Secta Gusu Lan."

Aquellas palabras la llenaron de preguntas. Pero decidió que se cuestionaría luego, debía acudir inmediatamente ante Zewu-Jun. Era una falta de respeto hacerlo esperar.
En el baño lavó su rostro, acomodó su cabello y asegurándose de que su ropa lucía decente, salió con velocidad hacia el comedor del lugar, dónde vió al Líder de Secta Lan sentado bebiendo un té junto a una ventana.
Jin Liang estaba insegura sobre como debía acercarse a él. Después de todo él era el Líder de una de las grandes sectas, no podía simplemente sentarse frente a él como si fueran iguales.
Aunque había sido de ayuda para aclarar la mayoría de sus dudas en alguna ocasión, esa vez también estaba presente el Líder de Secta Jiang y fueron pocos los minutos que estuvo delante de ellos.
Parecía ser que Zewu-Jun tenía un poderoso sentido de la percepción, pues se volteó a verla y con su amable sonrisa la invitó a tomar asiento junto a él.
Ella se sobresaltó y le hizo una profunda reverencia a modo de saludo y respeto. No debía olvidar sus modales por mucha resaca que tuviera.

-Señorita Jin, adelante.

-Agradezco la hospitalidad de Zewu-Jun. -Declaró ella, al mismo tiempo que hacía otra reverencia y ante el gesto de la mano del hombre que volvía a indicarle que tomara asiento, le obedeció.

-Me sorprendió mucho verla anoche sobre la mesa de este lugar. -Inició él, con la amabilidad y propiedad que lo caracterizaba al hablar. -Creí que estaría en Yunmeng Jiang cuidando del Joven Maestro Jin.

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⏰ Última actualización: Aug 12 ⏰

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Sacrificio con aroma a lotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora