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La noche profunda y helada le dejaba la piel de gallina, no le gusta estar en casa cuando las discusiones con su única amiga se daban y solo por la simple razón de que siempre creía que esa sería la última noche en que se verían.

Al final Haimi lo entendía, ella tampoco estaba muy segura de sus palabras,pero no encontraba otra explicación a todo lo que sucedía, sospechaba de la pareja que llegó pero no había ningún indicio de que fueran ellos los culpables.

A la mañana siguiente ella se levantó,iría a la preparatoria misma que se encontraba en la siguiente prefectura, aquel recorrido era casi de dos horas así que siempre se levantaba a las cuatro de la mañana para salir justo a las cinco.

Cómo todos los días, ella espero enfrente de su hogar a qué Nidia apareciera y cuando lo hizo ambas se dirigieron hacia el camino pavimentado.

—Sobre lo de ayer...

—Basta Haimi...no me iré.

—Entonces...pase lo que pase, hay que estar juntas.

—No pasará nada, deja de pensar esas cosas.

(...)

Al regresar a casa todo el pueblo se sentía tan tranquilo, no había niños, no había nada que hiciera ruido solo adultos haciendo su día a día.

Más en ese momento todo se sentía extraño, al llegar a la entrada de su pueblo la gente las miraba como su supieran algo. Hasta que Haimi llegó a su hogar, Nidia también pudo ver como sus abuelos pedían ayuda a gritos, su hermosa casa se estaba consumiendo en el fuego.

Haimi boto su mochila y corrió hasta poder estar dentro de la casa, subió hasta subir a su habitación y trató con todas su fuerzas obtener la caja que estaba dentro del armario pero las llamas cada vez crecían más, sin tener miedo abrió la puerta y buscó pero aquella cosa ya no estaba completa, lo que había adentro se había fundido,solo una pequeña foto quemada estaba casi completa.

—¡HAIMI!

Su abuelo grito buscando la hasta verla en el suelo rodeada del fuego ardiente que estaba a punto de tocarla. Tiro de ella haciendo la levantarse y cubriendo la con su cuerpo la volvió a sacar.

—¡Hija por qué hiciste eso!

La regañaban mientras ella solo mantenía su vista en esa fotografía.

—Ay cariño...

Su abuela por fin presto atención a lo que ella tenía en su manos.

—Lo siento mucho.

La foto de sus padres con ella en brazos siendo esa su última foto juntos.

Esa noche ella y su abuelos se quedaron en la casa de sus tíos, Haimi no hablo después de eso, no quería hablar con nadie ni que estuvieran cerca de ella, quería paz.

Así que se encerró en la habitación de su prima, lloro mientras abrazaba la fotografía con sus manos pegadas a su pecho.

—Haimi...vamos linda, ven abajo un momento.

—Por favor...solo déjenme sola.

—Se que te duele, pero tenemos algo para tí...es de tus padres.

Esas simples palabras fueron un impulso para salir, sus ojos hinchados y su nariz roja fue lo primero que vieron.

Sus tíos y sus abuelos estaban ahí sentados.

—Ven aquí hija.

Su abuela le tendió la mano para hacerla sentarse.

—Esto...me lo dejo mi hermana un día antes de ese viaje...me pidió que lo guardara por qué ella tenía mala memoria y después no se acordaría donde lo dejo.

Dos sobres fueron entregados.

—Y esto...es de nuestra parte.

Una fotografía,en esta estaban sus padres pero ella aún se encontraba en el vientre de su madre.

Ellos dos eran hermosos juntos, ella siendo pequeña con los ojos azules como el cielo mismo, un cabello cobrizo y ondulado y una hermosa sonrisa de labios rojos. Y él un hombre de porte elegante,con la mirada verdosa ,con un cabello lacio y dorado.

Los dos se amaron hasta el final dejando su marca en ese mundo siendo ella lo único que quedaba de esa unión.

Haimi Rose Depp. Una joven de 18 años, de piel acaramelada, ojos con heterocromía dejando cada uno con una característica de ambos. Cabello lacio y cobrizo.

Ella era hermosa en cualquier aspecto y por lo mismo era tan preciado en ese pueblo.

Sold Donde viven las historias. Descúbrelo ahora