Prólogo

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Siempre me ha gustado el peligro, la sensación de saber que estás haciendo algo indebido o fuera de lo común. Generalmente, busco llamar la atención y ser extraordinaria, distinta a las demás. Me encanta mostrar que soy diferente al resto. Mis amigos suelen decirme que no hay otra persona igual a mí y, en ciertas ocasiones, dan gracias por eso; según ellos, el mundo no podría con dos chicas como yo. Me gusta pensar que soy la excepción entre las chicas de mi edad. Yo diría que soy peculiar: hago reír a la gente con mi forma de ser, aunque también los cabreo mucho. Pero lo bueno siempre tiene su lado oscuro, ¿no?

Mi madre siempre quiso inculcarme sus valores y ha intentado manipular cada cosa que hacía desde muy pequeña. A día de hoy, siento que está decepcionada conmigo. No nos parecemos ni en el blanco de los ojos y sé que eso la mata por dentro. Siempre me ha gustado vivir diferente a lo que el mundo espera de mí: experimentar, hacer cosas sin pensarlas mucho, por no decir nada, incluso algunas un tanto peligrosas. Siento que hay algo dentro de mí que necesita experimentar y sentir ese miedo a equivocarse, hundirme y resurgir como si nada. Para mí, esos excitantes momentos son los que me dan vida.

En el ámbito sentimental, creo que nunca me he enamorado. Siempre he tenido rollos pasajeros, pero nunca llegué a nada serio. Odio tener que ser otra persona para complacer a los demás. Siempre que he intentado enamorarme de alguien, han acabado haciéndome mucho daño, e incluso diría que me han utilizado muchas veces. Al final, pienso que lo doy todo muy pronto y eso está bien cuando es correspondido, pero en mi caso, digamos que he tenido mala suerte o no he sabido actuar. Pienso que en algún momento de mi vida llegará alguien que sepa valorarme. Siempre han querido cambiarme, intentaron que dejara de ser yo, y jamás lo he permitido ni lo haré.

Gracias a esos tropezones, como los llamo yo, llegó un punto en el que dije "hasta aquí". No volví a encariñarme de nadie y usaba a los hombres como ellos querían utilizarme a mí, sin tener ningún remordimiento y sin encariñarme demasiado. Decidí vivir como nunca hasta encontrar a alguien que me acepte tal y como soy, con mis pros y mis contras. Al final, creo mucho en la astrología: soy un signo de fuego, de carácter fuerte e impulsiva a más no poder. Pienso que ni el agua puede apagar el fuego que hay en mi interior.

Pasando a otro tema, estoy a punto de graduarme, a punto de pasar a otra etapa de mi vida. El año que viene empezaré la universidad. Siempre he imaginado la universidad como una aventura más, creyendo que las mejores cosas que pasarán en mi vida serán en ese sitio: que encontraré el amor verdadero, fiestas, amigos inseparables, todo lo que pueda imaginar una chica de 18 años.

Lo que yo no sabía todavía es que ese verano mi vida, tal y como yo la conocía, cambiaría por completo.

Donde el espejo nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora