Capítulo 15

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—Soy el androide 6798365100001 —respondió con una voz mecánica y monótona.

Me quedé totalmente alucinada. ¿Davne ha perdido su memoria? Quizás el pendrive tenga algo que ver. Si lo pienso bien, tiene sentido: querían destruirla. Seguro que Derek quiso asegurarse de que su preciada amiga no lo perdiera todo, pensé mientras sollozaba, pensando en Derek y en la situación que tuvieron que pasar.

—Katherine, introduce el pendrive en su oreja izquierda —dijo Derek, con una firme convicción. Dylan simplemente estaba sentado observando, con sus ojos llenos de curiosidad.

Fui a buscar el pendrive en la habitación y bajé rápidamente. Al introducir el pendrive en Davne, sus ojos empezaron a girar frenéticamente. Un destello de luz blanca salió de su boca, y me asusté muchísimo, apartándome rápidamente. Pensé que iba a explotar. Pasaron unos minutos cuando Davne volvió en sí.

—¡Derek, déjame ayudarte! —exclamó Davne, con su voz llena de urgencia.

Me quedé asombrada. Parecía que Davne se había quedado en ese momento específico de su memoria.

—Davne, soy yo, Katherine. ¿Qué ha pasado? —pregunté, con una mezcla de confusión y preocupación.

Davne solo observaba a Derek.

—Derek, estás un poco cambiado. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo has escapado? ¿Dónde estamos? —sus palabras eran rápidas, llenas de ansiedad.

—Davne, yo no soy Derek —dijo él, suavemente, con un tono que intentaba no alterarla más.

—Oh, eres su otro yo, ¿verdad? ¿Dónde está él? —respondió Davne, con un destello de comprensión en sus ojos.

Me acerqué a ella y le pedí que por favor me contara qué es lo que había pasado. Ella sacó una pantalla de su torso y nos mostró todo como si de una película se tratase.

La tristeza me invadió por completo al ver esa escena. Las lágrimas comenzaron a brotar sin control, y los nervios se apoderaron de mí. No podíamos perder más tiempo. Me acerqué a Dylan rápidamente, con desesperación en mis ojos.

—Dylan, tenemos que ir a por ellos, por favor, llévame al laboratorio —le rogué, con mi voz temblorosa.

Dylan intentó calmarme, pero su expresión también mostraba preocupación.

—Cálmate, Kat. Tenemos que seguir el plan. Ahora es mucho mejor porque he ordenado que inserten armas al androide.

—Se llama Davne, Dylan —le recordé, con un tono firme.

—Eso, a Davne. Por favor, Davne, enséñale a Kat lo que hemos hecho contigo.

Davne se activó, su voz mecánica resonando en la habitación.

—Analizando...

Al terminar su autoevaluación, Davne me mostró todas las mejoras que le habían hecho. Era alucinante: de sus dedos salían balas, podía lanzar fuego por la boca y un láser emergía de sus ojos. Me quedé perpleja, impresionada por la transformación. Ahora confiaba plenamente en que todo iría bien; seguro que ellos no tenían algo así.

—Katherine, mañana por la noche pondremos en marcha el plan. Tenemos que hablar y prepararlo todo para que nada salga mal. Solo tenemos una oportunidad —dijo Dylan, con seriedad en su mirada.

—Vale —asentí, mi mente ya enfocada en la misión.

Dylan nos llevó a su despacho, donde comenzamos a discutir la situación. A pesar de todo, seguía sin hacerme gracia la idea de ir atada. La mezcla de emoción y miedo era abrumadora. Dylan insistía en que debía ir atada, pero aseguró que usaría un nudo especial que me permitiría soltarme en el momento adecuado.

Donde el espejo nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora