Capítulo 21 /Final

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Dylan

No pegué ojo en toda la noche; estaba ansioso por conocer la decisión de mi chica...

Me levanté de la cama, me puse un chándal y fui a lavarme la cara. Al mirarme al espejo, vi que tenía muy mala cara. No podía dejar de pensar en ella. Incluso anoche pensé que vendría a mi habitación, o quizás eran solo mis deseos de estar con ella. No sabía qué nos depararía el día de hoy. ¿Me diría adiós para siempre o se quedaría a mi lado? Salí de la habitación y pasé por delante de la suya. Me detuve frente a la puerta y escuché risas de dos chicas. Estaba indeciso. No sabía si interrumpir un momento agradable entre amigas por mi egoísmo o seguir adelante. Me quedé unos cinco minutos pensando en qué hacer. En ese instante, recordé que hoy sería un día difícil para ambos. La decisión que tomara sería muy complicada...

Me dispuse a seguir mi camino hacia la mesa del jardín, donde tenía ganas de desayunar hoy. Hacía un día fabuloso, y quién diría que podría ser un día malo el de hoy. Me senté en la mesa con mis gafas de sol puestas, no quería que vieran mi expresión. De repente, alguien me abrazó por la espalda. Era ella. Me miró con una radiante sonrisa, y mi corazón comenzó a latir incontrolablemente. ¿Qué significaba esa sonrisa tan brillante en su rostro? Me emocioné demasiado. ¿Había decidido quedarse conmigo?

—¡Hola, guapo! —Katherine entró con una sonrisa radiante.

—Buenos días, preciosa. —Respondí con una sonrisa propia.

—¿Qué haces aquí fuera tan solo? —Preguntó curiosa.

—¿Has visto qué día tan increíble hace? —Le señalé el cielo despejado.

—Sí, tienes razón, hace muy buen día, un día increíble para que lo pasemos juntos. —Su entusiasmo era contagioso.

—¿Juntos? Pensaba llevaros al portal cuando acabáramos de desayunar. —Intenté ocultar mi emoción.

—Sí, los llevaremos y pasaremos el día juntos. —Confirmó, haciendo que mi corazón latiera más rápido.

—¿Qué me quieres decir con eso? —Inquirí, notando algo diferente en su tono de voz.

—Quiero decir que te elijo a ti. —Me susurró al oído, dejándome sin aliento.

No podía creer lo que estaba escuchando.

—Mírame a los ojos y repítelo. —Solicité, necesitando confirmar sus palabras.

Ella comenzó a reírse, su risa era como música para mis oídos.

—Ya te lo he dicho. —Respondió con picardía.

—Repítelo mirándome a los ojos o no podré creerlo. —Insistí, buscando la sinceridad en su mirada.

—Bueno, deberías quitarte las gafas primero ¿No? —Propuso, con una expresión traviesa.

—Puedes hacerlo sin necesidad de que me las quite. —Contesté, arqueando una ceja.

Me miraba intensamente y me quitó las gafas antes de que pudiera darme cuenta.

—¿Qué son esas ojeras? ¿No has dormido en toda la noche verdad? —Preguntó con ternura, acariciando mi rostro.

—Devuélveme las gafas, no puedo ni abrir los ojos, Kat. —Solicité entre risas.

—¿Las quieres? —Me preguntó con una sonrisa traviesa.

—Kat, dámelas, sí no... —Intenté recuperarlas.

—¿Si no qué? ¿Las quieres? Ven a por ellas. —Salió corriendo, riendo a carcajadas.

Donde el espejo nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora