Capítulo 11

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—¿Dónde diablos se mete este hombre? Justo en un momento tan importante y no puedo dar con él por ningún lado —murmuré, frustrada.

Necesitaba encontrar a Dylan con urgencia. Recorrí la inmensa mansión, cada habitación y cada pasillo, pero no había rastro de él. Mi estómago comenzó a rugir, recordándome que no había comido nada en horas. Decidí dirigirme a la cocina, esperando que quizás allí tuviera suerte.

Al abrir la puerta de la cocina, me encontré con Derek. Estaba de pie junto a la encimera, aparentemente absorto en sus propios pensamientos.

—Derek, ¿dónde está Dylan? Tengo algo muy importante que contarle.

—Buenos días a ti también, Katherine.

—Buenos días, Derek. ¿Dónde está tu jefe? Es muy importante que hable con él ahora mismo.

—Cuéntame a mí, quizás yo pueda ayudarte.

—A ver... ¿Derek, estás sordo? Te estoy diciendo que lo necesito a él.

—¿Qué pasa? ¿Quieres continuar lo que empezasteis anoche? —dijo con una sonrisa pícara.

Mi corazón empezó a latir sin control. Me quedé sin palabras, pensando que estábamos solos. ¿Por qué este palurdo dice eso? Fingí no saber de qué estaba hablando y volví a mi pregunta, esta vez más sulfurada.

—¿Me vas a decir dónde está o vas a seguir con tus tonterías? Porque si es así, desayunaré y me iré a hacer lo que tengo que hacer por mi cuenta.

—¿Recuerdas que tenemos entrenamiento, verdad?

—Derek, no hay tiempo para eso. Tengo que hacer algo muy importante, mucho más que entrenar para matarme con esos tíos. ¿Vale?

—Así que ya te rindes. Eso es todo lo que has querido luchar. Sabía que no darías la talla.

—No me calientes. Estoy intentando desayunar. Lo digo en serio, deja de cabrearme o de intentarlo. Tengo muchas cosas en la cabeza ahora mismo como para hacer caso a tus provocaciones.

Derek me observó, bastante extrañado, y se acercó a mí.

—Katherine, déjame acompañarte. No puedo dejar que vayas sola. Sé que sabes defenderte, pero Dylan no me perdonaría si dejo que te marches sola y te pase algo.

—Está bien, acompáñame. De todas formas, necesito que alguien me lleve.

—¿A dónde quieres ir? —indagó extrañado.

—¡Al muelle! —exclamé, segura de mí misma.

—¿Otra vez? ¿Qué se te ha perdido ahí?

—La última vez que estuvimos, encontré esto —manifesté, enseñándole el pendrive que había encontrado en el suelo la otra noche.

—¿Por qué no lo has dicho antes? Miremos a ver qué contiene eso. Iré a buscar el portátil.

—¡No! Primero debemos ir al muelle.

—Pero...

—No, no tenemos tiempo que perder. Necesito asegurarme de que lo que estoy pensando es cierto. De hecho, vámonos ya.

Derek me observó sorprendido. No había terminado de desayunar y, conociéndome, eso era extraño. Necesitaba encontrar a Davne; eso era lo más importante. Estoy segura de que si la encuentro, muchas cosas serán más fáciles. También quería encontrar al palurdo de Dylan, pero su guardaespaldas no quería decirme dónde estaba, y eso me causaba más curiosidad.

Pensamientos de Katherine:

Empiezo a pensar que ellos esconden algo. Hay cosas que no cuadran. Primero, escuché a Dylan hablar con alguien por teléfono y, al llegar yo, cortó la llamada inmediatamente. Eso ya me hace pensar mal. Después, no aparece y Derek no quiere decirme dónde se encuentra. ¿Quizás estén aliados con los que tienen a mis amigos? No, no, ¿cómo van a estar aliados? No puede ser; si no, no estarían ayudándome. ¿O quizás se trate de una estrategia? Estoy hecha un lío. Tendré que ir con cuidado a partir de ahora. No puedo fiarme de nadie. A veces se me olvida que soy demasiado confiada.

Donde el espejo nos separaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora