Capítulo 2

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Erick llegó al palacio con el corazón aun latiendo de forma descontrolada. Sus labios seguían palpitando producto del beso que recibió de la desconocida alfa. Aunque quisiera negarlo no podía auto engañarse, deseaba con todo su ser volver a ver a la chica de ojos hipnotizantes y actitud de casanova.

La puerta de su habitación fue golpeada suavemente.

—Adelante— tras lo dicho por el omega se abrió la puerta y entró una beta de avanzada edad.

—Alteza, ¡¿Cómo es que aún no se ha vestido?! No falta mucho para que comience la celebración del rey y usted debe estar a su lado. No me diga que... ¡¿De nuevo se ha escapado al bosque?!—habló con tono lastimero— Por favor tenga compasión de mí, ya soy una vieja, si algo le sucede mi corazón no lo soportaría.

Erick sonrió ante lo dicho por la beta que había sido su cuidadora desde que tenía memoria.

—No te preocupes Luisa, nada me pasará.

Se vistió y la beta lo ayudó con los detalles de su cabello y maquillaje.

—Es usted tan hermoso alteza, muchos alfas querrán pedir su mano esta noche.— la mirada de Luisa era de completa admiración y cariño hacia el príncipe.

A la mente del omega solo llegó la imagen de una alfa... negó con la cabeza tratando de borrar la tonta idea que había tenido, apenas la vio una vez y ya se estaba haciendo historias ridículas.

Bajó al salón donde estaban reunidas todas las personas para celebrar el cumpleaños del rey. Tomó asiento en el lugar que le correspondía como segundo príncipe, junto a él se encontraba su madre, la Reina; a la derecha de esta, el asiento donde reposaría el Rey y junto al mismo, la silla que correspondía al heredero directo, el príncipe Dante.

—Madre, ¿Dante no vendrá a la celebración?— preguntó al ver el lugar de su hermano vacío.

—Aun no ha vuelto de su viaje—respondió con voz suave y dulce.

La melodía del ambiente cambió y todos los presentes comenzaron a apartarse dando espacio entre ellos al Rey que se había hecho presente; como si fuera una coreografía practicada se inclinaron al mismo tiempo en señal de respeto y el Rey caminó hacia su lugar asignado.

El alfa tomó una copa de oro en sus manos y la alzó frente a todos.

—Sean todos bienvenidos, este día celebro un año más de vida y también como Rey de esta nación, estoy muy honrado con su presencia, por favor disfruten.

—¡Larga vida al rey!— se escuchó la voz al unísono de los presentes.

La fiesta continuó con personas que se acercaban a dar sus mejores deseos al alfa y otros que se presentaban ante el omega con la intención de cortejarlo. 

El consejero del Rey, el alfa Henry, se hizo presente en el salón, seguido de su hija que ahora estaba vestida elegantemente para la ocasión. Henry deseaba presentarla ante su Majestad y agradecerle por todo el apoyo brindado para que ella estudiara en el extranjero.

El rey había sido quien facilitó la educación de Jokebed, la niña de tan solo diez años fue enviada lejos de su familia para que se preparara en el área de la administración, en leyes e incluso para el campo de batalla. Todo con la intención de que sirviera a Dante como consejera real en cuanto se convirtiera en Rey, al igual que su padre. 

Erick estaba cansado, todavía sentado junto a sus padres. Recibía saludos y soportaba el aroma de cuanto alfa se acercara, lo que lo tenía mareado e irritado. De pronto, un aroma conocido atrajo su atención. Buscó entre los presentes y se encontró con aquellos ojos grises de hacía horas. La alfa se acercaba junto al consejero de su padre. Al llegar frente a ellos, ambos hicieron una reverencia. 

—Su Majestad— habló Henry —Mi hija ha vuelto, agradezco toda la bondad de su majestad para conmigo y mi familia. Ella está lista para servirle alteza. —ante lo dicho por su padre, Jokebed apretó la mandíbula, pero nadie lo notó; excepto el omega que no le había quitado la vista de encima. 

Para el príncipe había sido una gran sorpresa saber que era la hija del consejero más leal del Rey, sin embargo, supo disimular muy bien su asombro frente a los presentes. 

Las siguientes palabras en la conversación no fueron escuchadas por Erick, quien solo se centraba en la alfa, la cual en ningún momento volteó a verlo. Ella solo mantenía su rostro inclinado y agradecía al Rey luego de que su padre le incitara a hacerlo.

Padre e hija se alejaron después de felicitar al Rey y se dispusieron a conversar con los demás invitados. Erick sintió una sensación extraña en su pecho. Trató de apaciguar su sentimiento con la idea de que ella no estaba ignorándolo, solo había mostrado una actitud de respeto hacia él en presencia de Su Majestad. 

Horas más tarde, la celebración continuaba, todos parecían disfrutar de la fiesta entre pláticas, risas y bebidas

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Horas más tarde, la celebración continuaba, todos parecían disfrutar de la fiesta entre pláticas, risas y bebidas.

Todos menos Erick, que se encontraba a un lado de la mesa de aperitivos apretando tanto su mandíbula como la copa que sostenía en la mano. Con la mirada clavada en la escena que tenía a unos metros de él.

Al parecer los y las omegas se habían alborotado con la llegada de la nueva y muy hermosa alfa; ya que no dejaban de acercársele y emitir sus aromas alrededor de ella. Y la susodicha atendía amablemente a las conversaciones y halagos con una sonrisa y mirada coqueta.

¡Era una descarada! Estaba coqueteándole a otros omegas frente a él. Cuando no hace mucho le había arrebatado su primer beso y lo había dejado anhelando por más.

En todo el tiempo transcurrido en la fiesta ni una tan sola vez le había dirigido la mirada. Tampoco había tratado de acercarse a él. Una idea se le cruzó por la cabeza y se apresuró a ejecutarla...

—Henry, mi hermano no tarda en volver al palacio. Considero que debería ir informando a su hija del funcionamiento de su futuro cargo. ¡Y que mejor momento que éste para empezar! Mi padre estará encantado con su disponibilidad y empeño.

—Alteza, pero es el cumpleaños del Rey, no sé si lo tomará a bien...

—Lo tomará a bien, llévela a la biblioteca y que comience a leer todos esos libros que se debe aprender para estar al tanto de todo. Si sigue perdiendo el tiempo como ahora—volteó a ver a la alfa que seguía platicando muy a gusto con una omega —No podrá ser tan eficiente como usted lo ha sido con mi padre.

Henry hizo una reverencia y caminó hacia su hija. Erick observó como la omega se entristecía al ser despedida por la alfa que siguió a su padre en dirección a la biblioteca real. 

Una sonrisa de triunfo se mostró en su rostro y al ya no tener más que hacer en ese lugar subió a su habitación para dormir y tratar de olvidar el mal momento que le había hecho pasar esa tonta alfa. 




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 :)

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