Capítulo 9

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Con cautela, Jokebed se dirigía hacia la habitación del príncipe. Ya no soportaba más la preocupación y la necesidad de saber cómo se encontraba su omega.

Hacían ya cuatro días de la sepultura de Dante, desde ese entonces, Erick no había salido de su escondite en absoluto; la alfa solo recibía noticias de su condición por medio de Luisa que la mantenía al tanto.

Pero eso ya no era suficiente, necesitaba verlo, un dolor profundo se instalaba en su pecho, como si hubiese ya un lazo entre ambos; podía sentir la tristeza de Erick dentro de sí misma.

Estando frente a la puerta, la golpeó suavemente un par de veces y sin esperar autorización se adentró a la habitación. Un bulto enrollado entre sábanas de seda se encontraba sobre la cama, el aroma a tristeza rondaba por todo el ambiente.

Con paso lento, la alfa se acercó a un costado de la cama; su olor fue captado por el omega quien se desenvolvió con prisa y se lanzó a los brazos de Jokebed para continuar con su llanto.

Ella lo tomó entre sus brazos con fuerza, dejándolo liberar su dolor a través de las amargas lágrimas que emergían de sus ojos. Despacio se recostó en la cama y acomodó el cuerpo aferrado a ella, repartió suaves caricias en su espalda y cabello. No era buena con las palabras, por lo que intensificó su aroma para ayudar a calmar al omega que sollozaba a su lado.

—Jokebed— la llamó su padre, sacándola de sus pensamientos que en ese momento se enfocaban en el estado triste de su lindo omega

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—Jokebed— la llamó su padre, sacándola de sus pensamientos que en ese momento se enfocaban en el estado triste de su lindo omega.

—Dime padre— respondió atenta a lo que su progenitor diría.

—El Rey quiere vernos, debemos reunirnos con él después de comer.— informó a su hija.

Jokebed solo asintió, dentro de su cabeza miles de pensamientos empezaron a surgir y ninguno le pareció favorable, se llenó de temor por el rumbo que tomaría su relación con Erick.

Su madre, que estaba sentada en la mesa junto a ella y su alfa, notó la expresión preocupada de su hija; sin embargo, no mencionó nada sobre el asunto y continuó comiendo en silencio.



Ambos hicieron una reverencia marcada frente al Rey Arthur, Henry, el padre de Jokebed habló.

—Su Majestad.

—Nuestro príncipe heredero ha fallecido, la Corona necesita un nuevo sucesor y Erick es mi segundo hijo.— dijo el rey con un suspiro ahogado. —Nuestra alianza con el Reino de Wolfven es la mejor opción tal como lo afirmaste Henry. Acordaré con el Rey Magnus la unión de su hija con Erick. Tal como corresponde, él tomará el trono como Rey de Volkov y mantendremos el futuro de nuestra nación asegurado junto a Wolfven.

La expresión en el rostro de Jokebed era indescifrable para los presentes, su mandíbula se tensó, su aroma se volvió amargo.

—Jokebed, ¿Qué tienes?— Henry reaccionó rápido ante la rara actitud de su hija.

—Perdón, no me encuentro bien— se inclinó ante el rey Arthur —Me disculpo, Majestad.

Sin más, a paso firme y veloz salió del salón real hacia el exterior del palacio. Su cuerpo temblaba por la impotencia que sentía para liberar las amargas emociones que experimentaba.

¡MIERDA!

Las venas de sus brazos sobresalían en tonos violeta oscuro debido a la presión ejercida por sus puños. Sus ojos se tornaron de un color rojo vivo ardiente. Trató de calmarse cerrándolos.

De alguna manera su subconsciente lo sabía, sabía que eso era algo que iba a ocurrir tarde o temprano, pero la felicidad nubló su mente con el hermoso sueño de pasar toda su vida junto al omega. La presión en su pecho era tan fuerte que le cortaba la respiración, como alfa, su lado posesivo pedía a gritos reclamar lo que le pertenecía.

¡Erick era su omega! ¡Suyo!

Una guerra entre su lado animal y humano se hizo presente; el primero ordenaba reclamar a su omega y el segundo, ser consciente de su lugar y trabajar para el rey desde el cargo que le fuese encomendado. 

Tal como quería su padre. 

¿A cuál debía obedecer?

¿A cuál debía obedecer?

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El príncipe omega aún no tenía el ánimo de salir de su habitación.

Los recuerdos vividos con su hermano, el cariño, la complicidad que compartían, todo lo invadía en una inmensa tristeza que no lo dejaba seguir adelante. Su lado omega llamaba con desespero a su alfa, necesitaba su presencia, consuelo y aroma en ese momento amargo que pasaba.

Repetidas veces había preguntado a su nana sobre Jokebed, pero seguía teniendo la misma respuesta...

La alfa Jokebed ha estado muy ocupada

Desde la última vez que lo había visitado en su habitación hacían ya incontables días. Con el enorme deseo de buscar consuelo en su alfa se levantó de la cama, se aseó, se arregló un poco y salió en busca de la chica.

Erick se dirigía hacia la biblioteca, donde comúnmente era el lugar seguro para encontrar a Jokebed, pero antes de llegar a su destino fue detenido por la voz de un beta.

—Alteza, ¡Qué agradable es verlo de nuevo!— expresó con una pequeña reverencia —Permítame informarle que el rey ha pedido su presencia en el salón real en cuanto se encontrara repuesto.

—Gracias, en un momento estaré con él— el omega siguió su camino hacia la biblioteca, abrió las puertas y al encontrarse con la habitación vacía dirigió su rostro hacia afuera, donde todavía el beta seguía de pie en el mismo lugar. —¿Sabe usted dónde se encuentra la alfa Jokebed?— le preguntó.

—Alteza, la alfa Jokebed rara vez viene al palacio.— respondió cortésmente el hombre mayor.

Un pequeño sentimiento de desilusión y tristeza se instaló en el corazón de Erick, ¿Por qué Jokebed no habría ido a verlo de nuevo? ¿Qué razón tendría para no permanecer en el palacio como lo hacía antes?



Porfis no olviden dejar sus estrellitas y comentarios. 

Cualquier error les agradeceré mucho si me lo hacen saber para corregir. 

;)

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