Capítulo 16

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El omega volvió a su habitación pasada la noche, entró con cautela para no ser visto, aunque sabía que su ausencia en la fiesta pudo haber sido notada por varios.

Abrió la puerta despacio y caminó con sigilo, no quiso encender la luz, cuando llegó hasta la cama, levantó la sábana que la cubría y se recostó; en el instante sintió un cuerpo a su lado, de un salto salió disparado de donde estaba y pronunció un grito que fue ahogado por la mano de la beta.

—Alteza, ¡Silencio!— separó la mano apenada —D..Disculpe...

—¿Qué haces acá Luisa?— preguntó agitado, todavía recuperándose del susto. 

—Alteza, ¡Se perdió por horas! Todos empezaron a preguntar por usted, tuve que mentir diciendo que se encontraba indispuesto y se había venido a reposar a su habitación. Me quedé acá esperándolo, estaba preocupada y traté de cubrirlo por si venía alguien. 

—Gracias Luisa— sonrió el omega agradecido.

—Alteza, yo... yo lo vi cuando salió del palacio ¿Fue a buscarla a ella?— Erick de inmediato desvió su vista hacia abajo, confirmando las sospechas de la beta, quien solo asintió comprensiva y empezó a descubrir la cama —En un momento cambio las sábanas Alteza, para que descanse.


Cuando Luisa salió de la habitación, Erick se recostó de espalda con la mirada fija hacia arriba, en su mente se reprodujeron los momentos recién vividos con la alfa, su primera vez no pasó dentro de las circunstancias que él esperaba, pero igual había sido mágica, se sintió amado y consentido. Lástima que no pudo quedarse durante todo el periodo de celo, ya que con seguridad sería descubierto.

Al recordar como ella lo sostuvo de la cintura mientras lo abrazaba sonrió. Antes de dejarla le había preparado un desayuno para que se alimentase, nada complicado, apenas le sirvió un vaso de leche con dos rebanadas de pan con mermelada, se sintió tan bien, como si fuesen una pareja recién casada en su luna de miel. Ese día el omega durmió con una sonrisa que hace mucho no tenía.


Unas cuantas horas habían pasado cuando la Reina y el Rey entraron a la habitación de su hijo. Una beta que iba con ellos se apresuró a abrir las cortinas para que la luz del día entrara. El omega enrollado entre la seda frunció el ceño cuando la luz lo hizo despertar y se removió incómodo en la cama.

—Luisa, déjame dormir más...— refunfuñó aun con los ojos cerrados.

—¡Erick!— habló fuerte el Rey, haciendo que el omega se levantara de un solo salto de la cama — Será mejor que expliques porqué desapareciste ayer de tu fiesta de compromiso dejando sola a tu prometida, Luisa nos dijo que te encerraste en la habitación diciendo que no querías molestias y estabas indispuesto, ¿Qué tenías exactamente? ¿Era tan grave como para hacerle semejante desplante a tu futura alfa?

La Reina tomó con suavidad el brazo del alfa tratando de calmarlo para que no fuera muy duro con su hijo. El joven príncipe no había tenido tiempo de planear una excusa sobre su desaparición, así que se quedó en silencio ante las preguntas de su padre.

Por suerte, Luisa entró a la habitación salvando de la situación al omega.

—Alteza, la princesa Marlin desea verlo para saber cómo se encuentra después de su malestar de ayer.— Erick vio temeroso a su padre.

—Dile que en un momento bajaré. Padre, necesito vestirme para ver a mi prometida, por favor...

El Rey emitió un suspiro pesado y se retiró de la habitación seguido por su omega.

Erick soltó el aire atorado en su pecho, en verdad sintió miedo de ser descubierto. Y es que lo que había hecho no fue una pequeña travesura como aquellas de las cuales lo salvaba su hermano Dante. Ahora estaba comprometido con la futura Reina de Wolfven, oficialmente, y él se había atrevido a entregar su virginidad antes del matrimonio, algo visto como una deshonra para los omegas, sin mencionar que lo había hecho con la futura consejera de su Reino y justo en el día de su compromiso.

Futuro ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora