CAPÍTULO 21

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El hombre que tenía al frente era extraño, demasiado curioso para su propio bien. No había esperado que alguien pudiera dar con él, pero Varys había hecho su trabajo bien en ese momento.

—No se tuvo que buscar mucho, después de todo lord Baelish ya venía en camino —le comentó la Araña—. Venía con una pequeña hueste de hombres del Valle en nombre del joven Robert Arryn.

—¿Venía hacia aquí? —murmuró Dany, sentada detrás de una mesa llena de vino y algunos quesos. Tomó de su copa, disfrutando el sabor del vino después de haber visitado Desembarco del Rey—. ¿Por qué? Parecía bastante seguro de apoyar al Norte.

—Ese es un secreto que ha estado guardando lord Baelish. Lo que puedo suponer es que solo busca una nueva oportunidad de seguir avanzando en su deseo.

—¿Y cuál es ese deseo?

—El Trono de Hierro, por supuesto, majestad.

Dany no lo pudo evitar, soltó una carcajada que le hizo doler el pecho de nuevo. Respiró hondo y miró a Varys, quien parecía tan cambiado de sus sedas y perfumes tan característicos. Ahora solo usaba una larga camisa de lino y unos pantalones viejos, más parecido a un campesino que a un hombre que le servía a una reina.

—Entonces viene aquí a reclamar el trono. No me parece, en realidad —respondió Dany.

Miró de nuevo a lord Petyr Baelish. Un hombre delgado y con el pelo corto bien peinado y las patillas grises. Ella estaba sentada sobre un banco en medio del campamento. Sus hombres los rodeaban: las lanzas de los Inmaculados apuntando al cielo y caballeros y soldados con sus manos en los mangos de sus espadas. El maestre que la había atendido durante todo ese tiempo estaba detrás de ella, apuntando algo en un diario.

—¿A qué ha venido, lord Baelish? —preguntó Dany, después de juzgar solo la apariencia del hombre.

—A jurarle lealtad, majestad —respondió lord Baelish, con la voz empalagosa y una pequeña sonrisa en su rostro—. Desde que recibí la carta de Robyn Arryn, supe que debía venir aquí a jurarle lealtad en su nombre y en el mío.

—Creo que el propio señor del Nido de Águilas podría jurarme lealtad en persona. No es necesario que usted lo haga, mi señor.

—Por supuesto, pero soy su regente.

—¿Cuántos años tiene Robert Arryn, Tyrion?

Su Mano dio un paso al frente, mirando con desdén a lord Baelish. Su pin de Mano brillaba orgulloso justo sobre su pecho y su ropa estaba bastante pulcra.

—Dieciséis años, majestad. Justo hace unas lunas que fue su onomástico.

—Entonces ahora es un adulto. Lord Baelish, usted ya no es su regente ni tiene poder sobre él o el Valle —dijo, mirando a los hombres del Valle que estaban también allí.

—¡Por supuesto! Pero de cualquier forma yo veo a Robyn como si fuera mi propio hijo —Dany entrecerró los ojos—. Todavía es joven y le falta aprender más sobre como mandar. Aun así, aprenderá con el tiempo, eso lo sé muy bien. Será tan bueno como lo fue alguna vez su padre, el buen lord Jon Arryn.

Dany se tensó ante el nombre. Uno de los cuatro hombres que se levantaron contra su familia. A pesar de saber las atrocidades que hizo su padre, todavía no podía encontrar el perdón para aquellos que levantaron sus espadas en contra de su casa. Quizá nunca lo lograra, pero no era tiempo para seguir buscando cosas en el pasado.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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