Ser piloto de F1 es realmente increíble: dinero, lujos, viajes y admiradoras por doquier. Sin embargo, a veces es necesario tomar un breve respiro de todo eso.
Lando lo entiende bien; más allá de las pistas, disfruta de su tiempo libre como DJ, sie...
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Definitivamente, el matrimonio no es para mí. Bodas, ramos, sortijas... ataduras innecesarias para mostrar una "felicidad" que no existe. Todo eso me parece una pérdida de tiempo.
—¿Puedo saber a dónde vamos? -preguntó ella, sin apartar la vista de su espejo de mano.
—¿No te lo dije ya? A ver a Jean, mi manager. Para terminar esto, darte tu dinero y que desaparezcas de mi vida— respondí, manteniendo la mirada al frente.
—¿Siempre eres tan arrogante?— inquirió, clavando sus ojos en mí.
—Sí. ¿Y tú siempre tan molesta?— repliqué, con una mirada fugaz y desinteresada.
Ella comenzó a inquietarse en su asiento, revisando los compartimentos del auto.
—¿Qué haces? ¿Puedes quedarte quieta? Me estás irritando.
—Solo reviso el auto. No veo el problema— dijo, deteniéndose en un compartimento.
—¿condones?— preguntó, sacando una tira de condones, que tenían aproximadamente unos 10.
—¿Qué pasa con ellos?— contesté, sin darle importancia.
—¿Por qué necesitas tantos?— preguntó ella, con una mirada inquisitiva.
—Porque me gusta coger— respondí con un tono seco.
Ella frunció el ceño, pero volvió a guardarlos en el compartimiento sin decir más.
Cinco minutos después, llegamos. Al bajar del auto, noté a los paparazzis.
—¿Qué pasa?— Stella aún estaba en el auto, recogiendo sus cosas.
<lo que me faltaba, paparazzis>
—Nada importante. Nos vemos adentro— me colocaba las gafas de sol y me dirigía hacia el edificio sin esperarla.
—¿Me esperas?— Stella intentaba seguirme.
—No— cerré la puerta detrás de mí y busqué el ascensor.
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