𝖘𝖍𝖊

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Eran las 8:30 a.m. cuando el insistente timbre del celular me arrancó de los brazos de Morfeo. Con un gruñido, contesté aún entre brumas del sueño.

—¿Sí, bueno? —intenté disimular mi irritación.

—Hey, amor mío, hablas con... —la voz de Stella se cortó por mi abrupta reacción al colgar.

No pasó un minuto cuando volvió a llamar.

—Buenos días, Lando. Te llamo para recordarte la reunión con el jefe de Adidas para tu próximo patrocinio —su tono, claramente molesto, no ocultaba su disgusto por mi anterior descortesía.

—Hola. ¿A qué hora? —pregunté, intentando sonar más compuesto.

—A las 9:20, y por favor, sé puntual. Ah, y tienes que venir a buscarme.

—¿Y por qué razón tendría que ir por ti? Paga un taxi o algo. Adiós, nos vemos allá.

Colgué sin esperar respuesta, dejando el celular sobre la cama antes de levantarme para estirarme.

<¿Podría esto empeorar? Quizás sí, quizás no.>

Tras una ducha rápida y un aseo personal, salí del baño listo para enfrentar el día, vestido para impresionar... o al menos para la reunión.

—Buenos días, Lando. Veo que te has despertado temprano, ¿dormiste bien? —saludó María con una sonrisa.

—Buenos días, María. Digamos que sí, aunque tenía planes de dormir hasta tarde. Pero ya sabes, la fastidiosa de cierta persona... —respondí con una media sonrisa.

—¡Tu esposa! —gritó Carlos desde la pequeña sala, con un tono de broma.

Rodé los ojos y solté un suspiro, intentando ocultar mi molestia antes de tomar una manzana y dirigirme a la puerta.

—Adiós... —dijo María, observándome salir.

Ya en el auto, decidí darle otra oportunidad a la conversación y llamé a Stella.

—¿Dónde es la reunión? —pregunté directamente.

—Oh, hola. Dormí bien, gracias por preguntar. ¿Y tú? —respondió Stella con un tono que denotaba su deseo de una conversación más amable.

—¿dónde es la reunión? —insistí, tratando de mantener la calma.

—No te lo diré a menos que vengas por mí —dijo ella, desafiante.

Pasé la mano por mi rostro y eché un vistazo al retrovisor del auto, sumido en un breve silencio.

—¿Hola? ¿Lando, estás ahí? —la voz de Stella sonaba impaciente al otro lado de la línea.

—Sí, aquí estoy. Dime dónde diablos estás —mi voz denotaba clara molestia.

La dirección apareció en la pantalla de mi celular.

—Espera afuera, ¿de acuerdo? Y trata de no tardarte. Odio esperar.

—Uy, está bien, viejo gruñón.

Con un suspiro resignado, pisé el acelerador y seguí la dirección indicada, notando que era distinta a la de la noche anterior donde la había dejado.

-Donde estas porque no sales?- dije con una molestia en el auto.

Miraba hacia aquel departamento, esperando a que saliera, pero esta no sali.

—¡Stella, dónde estás! —grité, la frustración evidente en mi voz.

—¡Stella, dónde estás! —grité, la frustración evidente en mi voz

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Sexy Bitch - Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora