CAPITULO 8

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El Hanshi resonaba con el estruendo de las cosas siendo arrojadas y los insultos que salían de la boca de Jiang Cheng. Lan Xichen abrió la puerta de golpe, irrumpiendo en la habitación, pero Jiang Cheng estaba tan consumido por su ira que apenas notó su entrada.

—¡Jiang Wanyin, cálmate! — exigió Lan Xichen, tomando firmemente los brazos de Jiang Cheng en un intento de detener su frenesí —Deja de actuar como un niño — lo sacudió con fuerza

Jiang Cheng se volvió hacia Lan Xichen con una mirada helada, su ira no disminuyendo ni un ápice. Sin decir una palabra, le propinó a Lan Xichen una bofetada que resonó en el silencio tenso del Hanshi dejando su mejilla roja.

El silencio pesado cayó sobre la habitación, interrumpido solo por la respiración agitada de Jiang Cheng mientras Lan Xichen llevaba una mano a su mejilla, sorprendido por el golpe repentino, por un momento, sus ojos encontraron los de Jiang Cheng, y en ese intercambio de miradas, se podía ver la mezcla de dolor, ira y tristeza que inundaba el corazón de su exesposo.

—No te atrevas a tocarme de nuevo— espetó Jiang Cheng mientras rechinaba los dientes —sabes lo miserable que me siento, es tan desagradable ¡¡¡ en toda mi vida eras a la única persona que suplique, pero tú que hiciste, pisoteaste mis sentimientos como si fuera basura!!!

—Wanyin — trato de volver a agarrar a Jiang Cheng.

—no me toques — golpeo su mano — no tienes idea de todo lo que hice solo para tener tu aprobación, incluso empecé a vestirme con la ropas de Gusu aun si me desagradaban, hice mal en creer que alguna vez te importaría, siempre has tenido ojos solo para Meng Ya, pero aun así decidí quedarme a tu lado, pensé que algún día podrías notar cuanto te amo, pero me equivoque — empezó a reírse mientras sus lágrimas brotaban sin cesar de los ojos de Jiang Cheng mientras dejaba salir todo el dolor acumulado dentro de él durante años — ni siquiera te importa tu hijo.

—Wanyin escucha — se volvió a acercar a Jiang Cheng.

—no quiero escucharte ¡ahora lárgate!, ¡vete al lado de Meng Yao ya eres libre! ¡Lárgate! — gritó Jiang Cheng, su voz llena de amargura y desesperación, mientras golpeaba el pecho de Lan Xichen con manos temblorosas. —¿Cómo pude enamorarme de alguien tan cruel como tú? — Empujó a Lan Xichen con rabia — Deseo que nunca seas feliz, deseo que sientas el mismo dolor que siento.

Los sollozos de Jiang Cheng se intensificaron, su pecho subiendo y bajando con el esfuerzo de contener el torrente de dolor que amenazaba con ahogarlo —Espero que sufras peor de lo que yo sufrí ¡Te odio! — gritó con amargura, su voz quebrándose con cada palabra —ahhmm no quiero verte, vete — Jiang Cheng respiraba con dificultad, su pecho agitado por la tormenta de emociones que lo consumía.

Lan Xichen lo único que pudo hacer fue liberar feromonas calmantes, para tranquilizar a Jiang Cheng, estuvieron parados largo tiempo hasta que Jiang Cheng sin decir una palabra más se separó de Lan Xichen y se alejó.

Lan Xichen, por su parte, se mantenía en silencio, sintiendo un dolor en su pecho que no podía explicar, cada lágrima que caía de los ojos de Jiang Cheng, el dolor en el pecho de Lan Xichen se intensificaba, quería correr hacia él, quería abrazarlo y consolarlo. pero se mantuvo inmóvil, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para calmar su angustia. Quería detener las lágrimas que caían por las mejillas de Jiang Cheng, pero su mano se negaba a moverse, como si estuviera petrificada por la culpa.

Finalmente, cuando Jiang Cheng se calmó un poco y comenzó a limpiarse las lágrimas y se dirigió hacia la puerta, Lan Xichen sintió un impulso irresistible de detenerlo.

—Espera, Jiang Wanyin —, murmuró finalmente, Agarró la mano de Jiang Cheng, sintiendo la necesidad de retenerlo —...

Jiang Cheng se detuvo, pero no se volteo para mirar a Lan Xichen —Ya no tenemos que posponer el anuncio del divorcio— dijo Jiang Cheng, aunque el dolor aún se reflejaba en sus ojos. —No te preocupes por explicarle nada a mi madre, yo me encargaré — Un suspiro escapó de los labios de Jiang Cheng, su mirada se encontró con la de Lan Xichen por un breve momento antes de liberarse del agarre de las manos de su exesposo —Sé que ya no somos nada— dijo con una tristeza palpable en su voz —Me disculpo por actuar de esta manera— concluyó.

REEMPLAZANDO EL PASADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora