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Charlotte doblaba cuidadosamente su poca ropa y la guardaba dentro de su maleta, quejándose cuando al intentar subir el cierre, no pudo hacerlo. La castaña soltó un quejido de molestia, era el día en que el quinto año escolar daría fin y ella no lograba cerrar su maleta antes de volver al orfanato Wool.
Después de unos minutos de lucha con la maleta, Charlotte finalmente logró cerrarla con fuerza. La habitación estaba vacía y silenciosa, una imagen completamente diferente a la bulliciosa y llena de vida que era durante el año escolar. Charlotte suspiró profundamente, recordando todos los momentos que había pasado en Hogwarts durante aquel largo año escolar, tanto los buenos como los malos.
—¿Estás lista, Lottie?—La voz de Draco resonó en la habitación, haciendo que Charlotte se volviera rápidamente.Él estaba de pie en la puerta, con su habitual expresión de superioridad en su rostro, pero sus ojos llenos de dulzura que solo aparecían cuando veía a Charlotte—Tenemos que irnos, no quiero llegar tarde al tren.
—¡Draco!—Exclamó Charlotte con emoción en su voz al ver a su novio parado en el marco de su puerta—¡Me alegra verte!—Sonrió ampliamente.
Draco se acercó a Charlotte y la besó en la mejilla.
—Sí, aquí estoy—Dijo él, con una sonrisa pequeña en sus labios, algo raro para él.—¿Y tú, estás lista para irte del castillo?—Preguntó, mirando la maleta sobre la cama. Charlotte asintió, pero su sonrisa se desvaneció un poco.
—Sí, ya estoy lista—, dijo, con un dejo de tristeza en su voz—. Solo que no puedo evitar sentirme triste al irme de Hogwarts. Es como mi hogar, al menos más que el orfanato.
Draco sintió un extraño hormigueo en su corazón. A pesar de su fría y arrogante personalidad, la vulnerabilidad de Charlotte siempre lograba conmoverlo.
—A pesar de eso, no puedo evitar sentirme agradecida por el trato que la señora Martha me ha dado.
Draco levantó la cabeza y volteó a ver a su novia con la confusión plasmada en su rostro.
—¿Quién?—Preguntó, y Charlotte volteó a verlo como si fuera un idiota—No sé quién es la señora Martha.
—Es una anciana—Respondió Charlotte con tranquilidad, al mismo tiempo que Draco se acercaba a ayudarle a cerrar su maleta—Parece que tiene la edad de Dumbledore, es la encargada de cuidarnos.
Draco no pudo evitar soltar una risa.
—¿La señora Martha?—repitió Draco, mientras se reía.—¿Y yo qué tengo que ver con esa anciana?
Charlotte sonrió, acostumbrada a las bromas sarcásticas de Draco.
—Bueno, ella siempre me ha tratado con amabilidad y comprensión, incluso con respecto a mi heterocromia—explicó mientras se sentaba en la cama—Cuando regrese al orfanato, ella estará allí para ayudarme a sobrellevar las burlas de los otros niños.