—Espero que ya tengas un lugar al que irte, Grindelwald—Mencionó la señora Alice, con desprecio en su voz. Una mujer de tez morena y con el ceño demasiado fruncido, poco agraciada parada en el marco de la habitación de Charlotte.
—Más que decidido, señora Alice, no tiene que "preocuparse" por mi—Respondió Charlotte, con una ligera sonrisa de sarcasmo en sus labios y la mujer rodó los ojos abandonando la habitación.
Charlotte se alegró de verla irse. La señora Alice nunca había sido muy amable con ella, y su tono despectivo solo hizo que Charlotte se sintiera aún más decidida a encontrar respuestas y a luchar por su lugar en el mundo mágico.
Mientras recogía sus últimas pertenencias y las metía en su maleta, su mente se llenó de preguntas. ¿Por qué nadie le daba respuestas conclusas sobre Tom Riddle? ¿Qué secreto había escondido en esa fotografía rota?
Charlotte estaba más que decidida a descubrirlo.
Con su maleta lista, se dirigió hacia la puerta principal del orfanato. La señora Alice la miró desde la escalera con los brazos cruzados, sin decir una palabra.
Pero a Charlotte no le importaba, sabía que en el mismo instante que cruzara esa puerta, jamás tendría la necesidad de volver. Así que tomando un largo suspiro y apretando su maleta entre sus manos cruzó la puerta saliendo del orfanato en el que había residido por años, ese lugar que consideró un infierno por casi décadas.
Abrió la reja y salió causando un estruendo, unos cuantos pasos acelerados intentaron alcanzarla y escuchó la voz de la señora Martha llamándola desde detrás.
—¡Charlotte!—Gritó hasta llegar a ella, y la castaña se detuvo para girar a verla—Charlotte, querida.
—Señora Martha—Dijo ella—Me voy, todos nos vamos. Escuché que usaran este lugar para hacer edificios.
La señora Martha asintió con tristeza.
—Sí, es cierto. Pero no me preocupa tanto por mí, sino por ti. ¿Tienes un lugar al que ir?
Charlotte sintió una punzada en su pecho, pero le sonrió con serenidad.
—Sí, Martha. Tengo un lugar. Tengo una familia a la que ir.
La señora Martha parecía aliviada.
—Estoy feliz de escuchar eso. Siempre te he considerado como mi propia nieta, y quiero que sepas que siempre tendrás un hogar aquí, si algún día lo necesitas.
Las palabras de la señora Martha hicieron que las lágrimas asomaran a los ojos de Charlotte. Ella sabía que la señora Martha era la única persona que la había tratado con amor en ese lugar.
—Tengo un regalo para ti—Susurró Martha, con una pequeña lágrima saliendo de su ojo izquierdo. Busco entre las bolsas viejas y descosidas de su mandil blanco hasta sacar un pequeño broche de cabello dorado en forma de rosa, luego se lo extendió.
ESTÁS LEYENDO
❛ʜᴇᴛᴇʀᴏᴄʀᴏᴍɪᴀ❜
Fanfic𝓨𝗼𝘂'𝗿𝗲 𝗽𝗲𝗿𝗳𝗲𝗰𝘁! ₊˚ෆ -𝘌𝘭 𝘣𝘳𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘥𝘦 𝘵𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘣𝘳𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘥𝘦 𝘵𝘶 𝘢𝘭𝘮𝘢. 𝐄𝐥 𝐥𝐚 𝐡𝐚𝐛í𝐚 𝐧𝐨𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐞𝐥 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐢𝐧𝐠𝐫𝐞𝐬ó 𝐚 𝐇𝐨𝐠...