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Draco Malfoy se sacudía, nervioso, en medio de la oscuridad

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Draco Malfoy se sacudía, nervioso, en medio de la oscuridad. A sus pies, un pequeño grupo de mortífagos esperaban ansiosamente. Si lo que tenía que hacer en ese momento no lo hubiera hecho por Charlotte, se habría escapado de allí sin mirar atrás.

Pero no podía.

No podía porque era un cobarde que no sabía enfrentar sus miedos, un cordero tratando de aparentar ser un lobo capaz y lideral, aunque por dentro fuera asustadizo e incapaz. Suspiro y con la mirada triste entró en la torre de astronomía mirando a distintas direcciones apuntando su varita hacia el frente en todo momento, hasta dar con su objetivo.

Albus Dumbledore estaba de pie, a varios metros de él, observándolo con sus ojos llenos de arrugas y nobleza, aquel hombre valiente que Charlotte siempre admiró, ahora debía enfrentar su destino, y Draco debía cumplir su misión. Sus dedos temblaron y un sudor frío le recorrió la frente cuando Dumbledore lo observó en silencio, como si esperara que hiciera lo que aquel hombre innombrable le había ordenado.

—No eres un asesino, Draco.—Dijo el hombre, con una voz cargada de amor y sutileza, Draco sintió un nudo formarse en su garganta y tuvo que aguantar las ganas de llorar y gritar, sus palabras se ahogaron en su garganta.

Draco se mantuvo firme, aunque sus piernas trataban de flaquear, y apuntó su varita a Dumbledore una vez más.

—Usted no sabe lo que soy—Susurró él en un tenue hilo de voz quebradiza que agudizaba en los oídos de quien fuera capaz de oírla. Pero Dumbledore solo sonrió.

—Ven conmigo y te ayudaré—Dijo él, extendiendo una de sus manos, como si esperara que el rubio arrojara su varita y la tomara, pero no fue así, a pesar de que quiso hacerlo, Draco no fue capaz.

—Hazlo, Draco—Murmuró la voz retorcida y macabra de aquella mujer prófuga de Azkaban, fiel sirviente de Voldemort a quien Charlotte consideraba el perro faldero del mago más oscuro de todos los tiempos. Bellatrix Lestrange se hallaba de pie detrás de Draco, con una mirada severa apunta hacia Dumbledore, jugueteando con su varita en sus dedos y con una sonrisa retorcida como su cordura plasmada en sus labios—Tenías que ser tú, ¿no?—dijo Bellatrix, agitando su varita en dirección a Dumbledore—¡No puedes seguir tapando la verdad! ¡Morirás esta noche, como nuestro señor lo indicó y no quedarán ni tus cenizas, viejo estúpido!

Dumbledore permaneció en silencio, contemplando a Bellatrix con una mirada serena y determinada.
En ese momento, Draco sintió un calor repentino en su mano derecha.

Algo lo hizo instintivamente mirar de reojo hacia abajo, entre las tablas agujereadas del piso de la torre de astronomía, sus ojos se hallaron con los ojos que él reconocía como los de Harry, pero rápidamente se perdieron entre la oscuridad, por un momento, Draco sintió como si una pizca de esperanza volviera a él, pero su mano tembló de nuevo.

—¡Hazlo, Draco! ¡Hazlo ahora y mata a este anciano!—Gritaba Bellatrix con una macabra carcajada, retorciéndose como la loca que era. Pero Draco no pudo sentir nada más que repugnancia por esa mujer a quien tenía que llamar tía.

❛ʜᴇᴛᴇʀᴏᴄʀᴏᴍɪᴀ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora