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Charlotte ahora corría por los pasillos del antiguo castillo de Hogwarts, apresuradamente esperando encontrar un lugar donde esconderse pero ella la alcanzó. Daphne Greengrass, como siempre, molestándola, y como siempre, Charlotte sin hacer nada por defenderse.
La rubia la empujó fuertemente haciéndola tambalear sobre sus propios pies como si intentara aprender a bailar.
—¿Qué, Grindelwald?—Rió—¿Estas asustada?
Charlotte, desesperada, miró a su alrededor en busca de alguna solución. El corazón le latía muy rápido. Estaba asustada, pero no por lo que decía Daphne, o al menos no era sólo por Daphne. La asustaba el pasillo vacío de Hogwarts, los muros viejos que resplandecían grises a la pálida luz de la lámpara que había colgada en el techo, o tal vez solo estaba paranoica de que nadie le ayudara.
Daphne le jalo un mechón de su cabello castaño con fuerza causando que un quejido saliera de los finos labios de Charlotte. Cerró los ojos con fuerza como si evitara el contacto visual, pero la rubia se enfureció.
—¡Abre los ojos!—Le gritaba, y luego frunció el ceño—¡Vamos, ábrelos y levanta la cabeza! ¿O es que no eres una Slytherin?
—¡Lo...Lo soy!
—Lo...Lo...Lo soy...—Imitó Daphne burlonamente mientras le reía en la cara y Charlotte abrió los ojos—¡Ah! ¡Por un momento creí que no volvería a ver tus ojos de fenómeno! ¿De donde has salido? ¿Del mundo muggle y por eso eres una aberración para el mundo mágico?
—Para ser una aberración tendría que ser tu hermana....—Susurró Charlotte agachando la cabeza, mirando los zapatos negros y relucientes de tacón pequeño que usaba Daphne.
—¿Que dijiste?
Daphne enfureció aún más si eso era posible, el rostro de Daphne se encendió de un rojo intenso y al verlo, Charlotte se arrepintió de haber dicho nada. Daphne levantó la mano, pero Charlotte la bloqueara rápidamente con un movimiento rápido. Daphne dio un grito de frustración y la reto:
—Ven aquí y peleamos, si tan valiente te crees, parece que tú noviecito Gryffindor...—
—¡Cállate!—Gritó Charlotte, interrumpiéndola, Daphne pareció asombrada porque se quedó callada por varios segundos mirándola fijamente y con una expresión de incredulidad. Como si estuviera ofendida frunció el entrecejo al mismo tiempo que abría levemente la boca.
—¿Tú me callas a mi? ¿Tienes idea de quién soy? ¡Mi familia es respetada en el mundo mágico, tú ni siquiera tienes familia!
