𝒯𝑅𝐸𝐼𝒩𝒯𝒜 𝒴 𝒞𝒰𝒜𝒯𝑅𝒪

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Al escapar de Hogwarts, el fugaz momento de paz que Draco y Charlotte habían disfrutado en el castillo de Nurmengard se esfumó

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Al escapar de Hogwarts, el fugaz momento de paz que Draco y Charlotte habían disfrutado en el castillo de Nurmengard se esfumó. Vivían en un estado constante de vigilancia, conscientes de la inminente amenaza que los mortífagos representaban para ellos y su familia. Pero a pesar del constante miedo que crecía en ellos cada día que pasaba, sabían que no estaban solos, pues se tenian el uno al otro, y eso era lo más importante. Lucius y Narcissa enviaban cartas dirigidas a ambos diriamente, y a pesar de las ofertas que les hizo Draco de irse con ellos al castillo, se negaron.

Charlotte notó que las temperaturas de Austria eran complicadas, como si todo el año nevara y la hiciera congelarse hasta los huesos. Vestía una zamarra acogedora color marrón que lograba quitarle el frío, salió asomándose por una de las ventanas y dio un paso al frente posicionándose en el balcón del tercer piso donde podía ver la zona montañosa que rodeaba el lugar.

Lo que había en el lugar era variado, a Charlotte le gustaba ver todo lo que lo rodeaba, que eran muchas cosas; nieve, montañas, nieve, plantas apenas visibles y nieve. Pero justo cuando Charlotte empezaba a resignarse al entorno frío y blanco, un destello de color rojo atrajo su atención. La sorpresa la hizo retroceder hacia adentro del castillo y gritar.

—¡Draco! ¡Rápido! ¡Vamos afuera! ¡Ven rápido!

Draco, confundido pero siempre preparado para una acción repentina, salió corriendo detrás de ella. Apenas salir un viento frío recorrió cada centímetro del cuerpo de Draco haciéndolo rechinar los dientes, pero a Charlotte pareció no afectarle, pues corría y sus botas tipo australianas se hundían en la nieve a cada paso que daba.

Pero entonces lo notaron, una luz roja se desvaneció tan pronto como apareció, y en el centro había tres figuras que parecían ser personas amontonadas y abrazadas entre sí como si intentaran pasar desapercibidos del frío.

Draco tomó el hombro de Charlotte y la hizo pararse detrás suyo mientras sacaba su varita del bolsillo de su pantalón, apuntando a las tres figuras temeroso de que fueran una posible amenaza. Pero Draco retrocedió de inmediato cuando le hicieron señas desde la distancia, reconociendo la cara de uno de ellos.

—¡Weasley!—Exclamó Draco, bajando su varita—¿Qué demonios están haciendo aquí, tú y tus amigos?

—¡Malfoy, Charlotte, ayúdennos!—Gritó Ron con la voz entrecortada y chillona por el frío, mientras se aferraba a los cuerpos de Harry y de Hermione, que parecían estar inconscientes.

Los tres llevaban ropas ligeras, Charlotte supuso que no sabían las bajas temperaturas que se vivían en Austria y su corazón se removió de solo pensar que hubiese pasado si ella no los hubiera visto.

—¡Draco tenemos que ayudarlos!—Dijo Charlotte, y Draco notó que sus ojos de distintos colores estaban húmedos por las lágrimas que se aproximaban, Draco entonces notó que el corazón de Charlotte era la cosa más pura y bondadosa del lugar.

❛ʜᴇᴛᴇʀᴏᴄʀᴏᴍɪᴀ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora