[32]Seguro, lo se

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Diana

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Diana.

Ultimadamente Aisha esta muy diferente, cambios de ánimo sumamente raros. Su semblante a decaído como si se estuviera marchitando y eso me asusta, quisiera que yo siendo su madre me contará todas las cosas que le pasan ya sea en la universidad o con sus amigos.

Siento la necesidad de que ella tenga más confianza conmigo que con sus amigas, puede que si sus amigas las entiendan más que yo porque no soy adolescente pero puedo dar algún consejo puedo animarla, por más que trate de acercarme a ella me aleja o siempre estamos peleando.

Me duele admitirlo pero tiene que ir a algún lugar donde ella se sienta bien, dónde olvide todas sus preocupaciones, que se deje llevar por las emociones buenas que da la vida. Tengo planeado una sorpresa para ella, se que no es mucho pero intento hacer las pases con ella, quiero que estemos bien nada de peleas nada de estar ocultandole cosas ni prohibiendoselas, ella tiene el mismo derecho que yo tuve al no hacerle caso a mis padres y al tener la suficiente libertad con confianza.

Nuestra familia era unida éramos como agua, limón y azúcar juntos hacíamos limonada si uno faltaba no éramos nada, si faltaba el agua no teníamos sustento si no había azúcar no había cariño ni abrazos y el limón que siempre tenia que ser rencoroso con nosotras pero sin el no seríamos lo que somos hoy.

Toque la puerta de la habitación de Aisha con delicadeza.

No escuché nada que me avisará si podía pasar, sin embargo el silencio nunca me puede frenar.

La abrí ocultando el detalle que le tenía detrás de mi espalda.

—Ai ¿Que tienes? —Pregunte un poco incómoda al verle los ojos rojos.

Ella se quedó en silencio lo cual me preocupo.

Me senté a su lado y dejé la caja detrás de mi, le tomé el rostro limpiandole las lágrimas.

—Aisha respóndeme por favor— Me altere al ver que ella seguía llorando y sentía su respiración más acelerada. Coloque mi mano en su pecho y sentia como su corazón quería salir.—¿Que tienes mi amor? ¿Por qué estás así? Dime.

Ella intenta hablar—M-mamá.., n-no p-puedo...., r-espirar—YA era lo que necesitaba escuchar para alterarme a un mas, la gota que rebozo el vaso.

—¡¡Andres!!—Llame a mi esposo alterada.

Él llegó enseguida, nunca me había escuchado gritando así. Asustada, alterada, horrorizada de ver a mi hija en esa condición.

—¿Que tiene?—Pregunta viéndola sin saber que hacer.

—No lose.., cuando llegue estaba tranquila apenas le ví los ojos los tenía rojos y cuando iba a limpiarle las lágrimas empezó a respirar de esa forma.

—Hay que llevarla al hospital..., puede que la calmen.

—Vamos.

Me levanté de la cama mientras que Andrés cogia a Aisha para llevarla al hospital, busque las llaves del auto y abri la puerta para que Andres pudiera salir. Rápidamente camine hasta el auto lo encendí y fuimos al hospital.

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