El primero en llegar al estacionamiento del edificio de apartamentos fue Sergio, había estado ahí en varias ocasiones, ya sea para grabar contenido para marketing o pasar el rato con su compañero —ya que ese había sido uno de los pasos que tenían que hacer sí o sí como parte de la terapia de pareja— y al final terminaron llevándose bien que ya no necesitaban la excusa del trabajo. Sergio levantó la mirada de su teléfono cuando las luces del auto de Max lo cegaron por un par de segundos, aparcándose a su lado. Apagó el motor e inclinándose hacia los asientos traseros, tomó su bolso donde llevaba ropa extra por cualquier cosa.
Ambos bajaron al mismo tiempo y se aseguraron que sus autos quedaran debidamente cerrados. Con una sonrisa se volvieron a saludar y en silencio se dirigieron hacia el ascensor, donde Max puso la clave de su penthouse.
—¿Se te antoja comer sano o llevarle la contraria a Christian? —Max se apoyó en la esquina mientras observaba su celular para entrar a la aplicación de deliveries.
Sergio hizo como que lo pensaba y luego sonrió maliciosamente.
Max le devolvió la sonrisa, aguantándose la risa porque su amigo era alguien perverso.
—Bien, serán hamburguesas dobles con extra queso y papas grandes.
—No olvides las Cocas.
Max asintió mientras hacía el pedido.
—¿Sabes? Se me acaban de antojar unos helados, ¿a ti no?
—¡Qué casualidad! Pareciera que esta noche estamos conectados. —Dijo Sergio burlonamente. Parecían dos niños haciendo travesuras a escondidas de su padre.
El timbre del ascensor anunció la llegada al hogar de Max, el cual con un gesto con su mano le dijo a Sergio que pasara primero.
Al entrar al penthouse, Max y Sergio son recibidos por un amplio vestíbulo elegantemente decorado con tonos neutros y detalles de lujo. Una lámpara colgante de cristal ilumina el espacio, resaltando un suelo de mármol pulido y una obra de arte contemporánea en la pared.
Ambos se dirigen a la cocina la cual está equipada con electrodomésticos de última generación y encimeras de granito negro.
Sergio toma asiento en uno de los bancos mientras observa a Max sacar un par de cervezas, las cuales abre con astucia y le pasa una.
—No importa las veces que esté aquí, este lugar siempre logra sorprenderme. —Tomando un sorbo de la cerveza, salieron de la cocina para dirigirse hacia la sala en donde se encuentran con muebles de diseño moderno y acogedoras alfombras de felpa. Grandes ventanales ofrecen vistas panorámicas de la ciudad, mientras que una chimenea de mármol añade un toque de calidez al ambiente.
Ambos toman asiento en el enorme sofá, tomando una pequeña distancia ya que pueden sentir como sus rodillas se topan entre ellas.
Había una pequeña tensión entre ellos desde el día de la pelea, en donde habían rozado sus labios pero que a pesar del tiempo que había pasado no habían hablado sobre ese tema, aunque Max se muriera por sacarlo a relucir en una de sus conversaciones tratando de sonar casual.
—¿Estás bien?
—A pesar de que me duele todo el cuerpo, me encuentro bien.
—No hablo físicamente, ¿cómo estás después de lo de la pelea?
Sergio se tensó y dejó la cerveza a medio tomar entre sus manos, apoyándolas en su regazo.
—Bueno, lo único que puedo decir es que Carlos es un idiota que no sabe controlar su temperamento. Nunca lo había visto actuar de esa manera por lo que me dejó en shock; supongo que el amor te hace cometer cosas estúpidas. —Dijo con sarcasmo.
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𝐒𝐎𝐌𝐄𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆
FanfictionCarlos Sainz y Sergio Pérez han terminado su relación, por lo que los periodistas han estado como buitres esperando una declaración la cual no han obtenido por dos semanas. Hasta que llega el día.