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" VISITAS Y PRESENTACIONES "
23.04.2024 , matías's point of view










Yo empujaba el carrito del supermercado mientras Azul iba poniendo productos; ya habíamos comprado tomate, lechuga, papa y maple de huevos para la ensalada, gaseosas, vino, fernet, algunas latas de cerveza y carbón, lo único que nos faltaba era la carne.

— ¿La carne de acá es buena? — Pregunté, era la primera vez que iba a este supermercado.

— Sip, es rica — Contestó, metiendo en el carrito dos bolsas de pan. — ¿Va a alcanzar, no?

— ¿Cuánto hay? — Pregunte refiriéndome al pan

— Tres kilos — Asentí con la cabeza.

— Somos nosotros dos, mis viejos — Empece a numerar con los dedos — Mis hermanos con las parejas y los nenes. Somos catorce, va a alcanzar.

Fuimos hasta el sector de carniceria mientras Azul se quedaba haciendo la fila con el carrito, unos minutos más tarde ya habíamos comprado todo lo que necesitábamos y estábamos volviendo a casa.

Empecé a condimentar la carne, poniéndole sal gruesa y pimienta para después limpiar los chinchulines, mientras Azul empezaba a batir la mezcla de manteca derretida - cacao - azúcar y dulce de leche para el postre. Treinta minutos después metió el postre al freezer, para que se enfríe.

— Yo ya voy a prender el fuego — Dije llevando la carne y achuras en una fuente y saliendo al patio — Trae unas latitas y nos quedamos ahí afuera.

Rápidamente apareció al lado mío con lo que le había pedido, mientras yo prendia el fuego.

Empezamos a charlar mientras ponía la carne en la parrilla y ella sacaba algunas fotos, al cabo de cuarenta y cinco minutos más tarde me llegó un mensaje de mi hermana avisando que estaban afuera.

— Ahí llegaron, ¿Les abris? — Pregunté y ella me miró cómo si le estuviera pidiendo que hiciera una locura. — Dale tonta, les abro yo. - Entre nuevamente en la casa, agarrando las llaves y abriendo la puerta principal.

Saludé a mis parientes, los había visto hace una semana pero ahora vivíamos lejos, entonces se los extrañaba más. Ellos estaban en Morón, en la zona oeste de Buenos Aires; a una hora de La Plata.

— Pasen, cuidado con los perros — Dije para evitar que se escaparan.

Mientras mis sobrinos me abrazaban y se colgaban de mi cuello, mis hermanos dejaban las cosas que habían traído sobre la mesada, mientras mis viejos y mis cuñados dejaban sus abrigos en el sillón.

— Vayan al quincho — Señalé abrazando a mi sobrina Catalina, que me mostraba que se le había caído su primer diente — Eh, esta Azu.

Todos los mayores me miraron sorprendidos, ya les había hablado de ella en varias oportunidades pero no esperaban que se las presentara. Mi mamá y mi hermana, Ana, fueron las primeras en ir hasta el quincho para saludarla.

end game , matias mansillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora