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" ¿EL PIBE ES TU YERNO? "
09.03.2024 , azul's point of view






Con la organización del cumpleaños de mi papá, Valentina - mi madrastra - , Giuliana y yo estábamos de acá para allá, ordenando, cocinando y preparando la casa para recibir a todos los invitados, Deian colaboraba cebando mates ya que, por su lesión, no podía hacer mucho. Habíamos terminado antes, pero nos quedamos viendo el partido de Estudiantes.

Teníamos aproximadamente noventa y cinco invitados entre amigos, familiares, dirigentes, futbolistas y ex-futbolistas con los que mi papá mantenía amistades. Ayer me enteré que había invitado al actual plantel de Estudiantes, pero no estaba segura de quién vendría, Matías seguro que no.

Ya había llegado el catering, estaba todo ordenado y listo para que empezara el cumpleaños, pero apenas eran las siete y los invitados estaban citados para las nueve. Comprobé que no hubiera más nada que hacer y cuándo confirme que así era, subí a la que era mi habitación cuándo vivía con mi papá y entré a bañarme.


Cuándo terminé, me coloqué la bata y empecé a secar mi pelo con el secador, para hacer más rápido. Una vez que estuvo seco, me saqué la bata y desparrame la crema corporal en mis piernas para luego echar perfume en mis clavículas, muñecas y cuello, poniéndome la ropa interior y el vestido negro, de satén y con aberturas en V a los costados de los muslos que había elegido.

Puse a calentar la planchita y mientras tanto, ponia mi playlist en el celular. Una vez que el aparato ya estuvo caliente, me planché el pelo, haciéndome bucles en las puntas, lo unico que me faltaba era el maquillaje.

Preparé la piel, haciendo mi rutina de limpieza facial y aplicando corrector en las ojeras apenas visibles que tenía, coloqué rubor en mis mejillas y apenas un poquito en la nariz, para después ponerme iluminador en los lagrimales, nariz y arriba de los labios. Terminé arqueandome las pestañas y colocando un poco de rímel en ellas.

Una vez que estuve lista, ya eran las ocho y media, así que me puse los tacones negros y bajé a ultimar detalles. No había mucho más que hacer, sólo poner vasos en la barra dónde el bartender estaría sirviendo los tragos y esperar a que comenzara a llegar gente.

Cuándo la fiesta llevaba poco más de una hora, ya había llegado la familia por parte de mi papá, la familia de Valentina, amigos de ambos, algunos ex-jugadores del pincha junto a sus familias; Andújar, el Chapu Braña, Boselli, la Gata Fernández, el Chino Benítez, Alayes, Angeleri. Dirigentes como Gorostegui, Juán Prates y jugadores del plantel actual; Enzo, José, Zuqui, Zapiola, Guido y Eros.

Papá y yo nos encontrábamos hablando con el grupo de ex-futbolistas de Estudiantes cuándo sonó el timbre y me acerqué hasta la puerta para abrir, en parte, porque era la que más cerca estaba y por otra parte, para tomar un respiro del rumbo empresarial que había tomado la conversación.

Abrí la puerta y ahí estaba Matías, mirando para el costado y sorprendiendose al verme. Tenía un jean gris holgado y una remera blanca al cuerpo, que resaltaba los músculos de su brazo.

- Viniste - Intente ocultar mi sonrisa al tenerlo nuevamente de frente, después de casi cinco días sin hablar.

- Me invitó tu viejo - Sonrió - No les quería fallar.

Lo invité a pasar y nos quedamos cerca de la puerta, hablando.

- Los chicos están afuera - Señale al patio y el dirigió su mirada hacía dónde estaba apuntando.

- Dale - Me miro a los ojos - Igual, me quería quedar con vos.

Esto último lo dijo casi en un susurro, cerca de mi oído.

Bajé la cabeza intentando evitar que vea lo roja que me había puesto por su comentario. - Te extrañé

- Yo también te extrañé, no podes ser tan chispita. - Ambos nos reímos; lo que dijo no era ninguna mentira, soy bastante impulsiva.

- Bueno, vos tendrías que haberme hablado de otra manera.

Asintio con la cabeza, dándome la razón. - No me pelees más, ¿Sabes que feo es volver a casa y no poder hablar con vos? Y más hoy, que jugué cómo el orto

Lo que dijo me dio algo de pena, Estudiantes había perdido 3 a 1 con Sarmiento, pero no había sido culpa de él; no había tenido responsabilidad en ninguno de los goles, ya que habían sido causados por errores de la defensa y Matías no había podido hacer nada.

- No te mates al pedo - Dije poniendo una mano en su pecho - No pudiste hacer nada tampoco, fueron todos errores de la defensa.

Un silencio se hizo entre ambos y propuse ir afuera para juntarnos con nuestros compañeros para que se distraiga un poco.

- Dale, pero primero quiero ir a saludar a tu viejo - Pidió y lo guié hasta dónde estaba mi papá, Matías saludó a todo el grupo de ex jugadores del Pincha que estaba con él y le deseó un feliz cumpleaños a mi viejo, entregándole su regalo.

- ¿El pibe es tu yerno? - Preguntó el Chapu apenas Matías se alejó del grupo, por lo que no los escuchó, pero yo sí. Mi papá se encogió de hombros, con cara de resignación.

- Te escuché, Rodrigo - Reclamé, apuntándole con mi dedo índice y provocando la risa de todo el grupo. El chapu era amigo de mi viejo desde el 2005, año en el que papá había vuelto a Estudiantes, así que era como un tío para mí y le tenía la confianza de tal.

Matías me esperó en la puerta para salir juntos al patio trasero, así que lo guié hasta dónde se encontraban los chicos.

Se habían visto hace menos de dos horas, pero se saludaron de nuevo y comenzamos a charlar sobre la final contra River, intentando esquivar el tema del partido contra Sarmiento. Se sentía un espíritu alentador en el aire, todos estaban seguros y se tenían confianza para la final contra River.

Los mozos empezaron a repartir sanguchitos de bondiola al disco y con Mati fuimos a buscar algunos tragos a la barra para todo el grupo

- Discúlpame - Sonreí amablemente cuándo el bartender puso su atención en mi - ¿Me podrías preparar una jarra de fernet, porfavor?

El chico asintió y se dio vuelta para preparar el trago, por lo que me quedé inclinada sobre la barra esperando a recibirlo. Mientras el chico echaba fernet a la jarra, pude sentir el cuerpo de Matías sobre el mío, apoyándose sobre mi espalda.

No podía hacerme esto, no adelante de todo el mundo y después de no tocarlo por una semana.

- Queria agarrar una servilleta - Usó cómo excusa cuándo lo miré, acusatoria, pero su sonrisa reveló su mentira.

- Gracias - Agradecí con una sonrisa correspondida por el bartender cuando me entregó el fernet.

- Griciis - Se burló cuándo nos alejamos un poco del minibar, riéndome de él y de sus celos.

- Que tarado que sos, se llama ser educada - Resalté las últimas dos palabras entre risas.

- Si, me parece que te pasas de educada vos.

end game , matias mansillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora