¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Palabras: 1225
Comentarios míos: ESTE CAPITULO AAAH...
Lugar indefinido
Tiempo indefinido
Cuando Aemon Targaryen murió, no sintió dolor físico por la flecha que atravesaba su garganta. Tampoco sintió dolor físico cuando, después de caer en la inconsciencia, cayó de Caraxes.
El único dolor que sintió, fue en su alma.
No había cumplido con su promesa con su hija Rhaenys, con su esposa Jocelyn y su nieto Aemon.
No regreso a casa.
Fue velado bajo las costumbres Targaryen. Recuerda que Caraxes lloraba al igual que Meleys. Recuerda que su nieto, su esposa y su hija, estaban sufriendo por su muerte. Y también recuerda, el como Vhagar lo quemo ante la orden de su hermano Baelon.
Fue un fantasma. Un espíritu deambulando por la Fortaleza Roja sin poder desaparecer y aparecer en Driftmark para ver a su descendencia o en Storms End's para ver a su esposa. Estuvo retenido en el castillo que lo vio crecer, observando a sus hermanos y a sus sobrinos. Odiando a su padre por considerar matrimonios beneficiosos con los Lannister para su pequeña hermana Gael. Odiando en como sus padres aceptaron un matrimonio tan joven para la pequeña Lady Aemma.
Si tan solo él estuviera allí nada de eso estaría sucediendo.
Pero la gota que derramo su locura, fue cuando su padre se pasó la línea sucesoria por las pelotas y nombro a su hermano Baelon como Heredero al Trono ¿Y dónde quedaba su hija? ¡Ella era la Heredera legítima! ¡Su heredera! ¿Cómo podía pasar por sobre ella? ¡Estaba volviendo a hacer lo mismo que hizo con su a Rhaena y Aerea!
No, definitivamente él tenía que hacer algo. Tenía que luchar por el reclamo de su hija. Por el reclamo de su nieto.
Les rogó a todos los dioses que conocía por una segunda oportunidad de vivir. Por una segunda oportunidad para apoyar y luchar por su hija. Tenía que hacerlo, tenía que regresar de cualquier manera. Como una hija, un hijo, un dragón. El mismo había dicho que si era necesario retornaría en el Terror negro para defenderlos.
Y los Dioses lo escucharon.
Cuando volvió a abrir los ojos, sintió su cuerpo pesado y con dimensiones físicas exageradamente gigantes. Notaba que era de día, en un claro no muy lejos de King's Landing. Sentía su cuerpo cansado, casi como queriendo dormir para siempre. Por más que tratara de mantenerse despierto pero le era imposible. Tenía sed, mucha sed.
