capitulo 6

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Era de madrugada cuando un ruido sordo despertó a Mikey. Medio dormido, se levantó y caminó hacia la cocina, donde la luz estaba encendida. Al acercarse, vio a Takemichi inclinado sobre el suelo, recogiendo algo que había caído.

—¿Takemichi? ¿Qué haces despierto a esta hora? —preguntó Mikey, sorprendido de ver a su prometido en la cocina.

Takemichi, con una expresión culpable y un frasco de pepinillos en la mano, lo miró de reojo.

—Lo siento, Mikey. No quería despertarte, pero tenía un antojo muy fuerte de pepinillos y helado —dijo Takemichi, sonrojándose ligeramente.

Mikey se acercó y le ayudó a recoger los pepinillos que habían caído al suelo.

—No te preocupes, está bien. ¿Por qué no me dijiste que tenías un antojo? Podría haberte ayudado —dijo Mikey con una sonrisa, tratando de aliviar la incomodidad de Takemichi.

Takemichi suspiró y se sentó en una de las sillas de la cocina.

—No quería molestarte. Ya has hecho mucho por mí últimamente —admitió, mirando el frasco de pepinillos con anhelo.

Mikey se agachó para estar a la altura de Takemichi y tomó su mano.

—No es una molestia, Takemichi. Quiero estar aquí para ti, en todo momento, especialmente ahora. Vamos a satisfacer ese antojo juntos, ¿de acuerdo? —dijo con una sonrisa alentadora.

Takemichi asintió, sonriendo levemente.

—De acuerdo. Gracias, Mikey.

Mikey se levantó y fue al congelador, sacando el helado que Takemichi había mencionado. Colocó dos cucharas sobre la mesa y se sentó junto a Takemichi, sirviendo helado en un tazón y añadiendo algunos pepinillos.

—Esto es... definitivamente una combinación única —dijo Mikey, riendo suavemente mientras miraba el tazón.

Takemichi se rió también, sintiéndose más relajado.

—Sí, lo sé. Pero por alguna razón, sabe increíble ahora mismo —dijo, tomando una cucharada de helado con un pepinillo y llevándosela a la boca.

Mikey observó a Takemichi disfrutar de su peculiar antojo, sintiendo una calidez en su pecho. A pesar de todo lo que había sucedido, estaba decidido a estar presente y apoyar a Takemichi en cada momento.

—Sabes, nunca pensé que acabaría comiendo helado con pepinillos a las tres de la mañana, pero aquí estamos —dijo Mikey, tomando su propia cucharada y probándola con una mueca divertida.

Takemichi se rió de la reacción de Mikey.

—Gracias por hacerlo conmigo, Mikey. Realmente significa mucho —dijo, mirando a Mikey con gratitud.

—Siempre, Takemichi. Estoy aquí para todo, incluso para los antojos más extraños —respondió Mikey con sinceridad.

Esa madrugada, en la cocina, mientras compartían risas y una combinación de sabores poco convencional, Takemichi y Mikey sintieron que, paso a paso, podían encontrar el camino de regreso el uno al otro, empezando por pequeños momentos como este.

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