capitulo 7

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A la mañana siguiente, Mikey se despertó con una sensación incómoda en el vientre. Se movió lentamente, intentando no despertar a Takemichi, pero el dolor se intensificó, obligándolo a levantarse y dirigirse al baño. Takemichi, aún medio dormido, notó su ausencia y se levantó para buscarlo.

—Mikey, ¿estás bien? —preguntó Takemichi preocupado, al verlo inclinado sobre el lavabo, con una expresión de dolor.

—No, mi estómago... creo que esa combinación de pepinillos y helado no me cayó bien —respondió Mikey con una mueca, llevándose una mano al vientre.

Takemichi se sintió culpable al instante. Se acercó y le puso una mano en la espalda, tratando de reconfortarlo.

—Lo siento, Mikey. No debí haberte dejado comer eso conmigo. Ven, vamos a la cama, te cuidaré —dijo Takemichi, guiándolo de vuelta a la habitación.

Mikey, con esfuerzo, se dejó llevar. Se tumbó en la cama, mientras Takemichi buscaba algo para aliviar su dolor. Encontró un poco de té de hierbas en la cocina y lo preparó rápidamente.

—Aquí tienes, bebe esto. Te ayudará con el malestar —dijo Takemichi, entregándole una taza caliente.

Mikey aceptó la taza con una sonrisa débil, agradecido por los cuidados de Takemichi.

—Gracias, Takemichi. No es tu culpa, solo fue una mala combinación de alimentos —dijo Mikey antes de tomar un sorbo del té.

Takemichi se sentó junto a él, preocupado.

—De todas formas, debería haber sido más considerado. No quería que te sintieras mal por mi culpa —respondió, acariciando suavemente la frente de Mikey.

Mikey sonrió, sintiendo el cariño de Takemichi a través de sus gestos.

—Lo importante es que estamos aquí el uno para el otro. Ahora, descansa un poco. Si necesitas algo más, solo dímelo —dijo Takemichi con suavidad.

Mikey asintió, recostándose y cerrando los ojos, dejando que el té y el cuidado de Takemichi hicieran su efecto.

Takemichi no se apartó de su lado. Se aseguró de que Mikey estuviera cómodo, ajustando las almohadas y cubriéndolo con una manta ligera. Estaba decidido a cuidar de él como Mikey había hecho por él tantas veces.

A medida que pasaban las horas, el dolor de Mikey fue disminuyendo. Takemichi le preparó una sopa ligera para el almuerzo, algo que pudiera digerir fácilmente.

—¿Cómo te sientes ahora? —preguntó Takemichi, observando cómo Mikey tomaba pequeños sorbos de la sopa.

—Mucho mejor. Gracias a ti, Takemichi. Eres increíble —respondió Mikey, sintiendo una calidez en su pecho, no solo por la sopa, sino por el amor y la dedicación de Takemichi.

Takemichi sonrió, satisfecho de ver que Mikey estaba mejorando.

—Solo estoy haciendo lo que harías por mí. Estamos en esto juntos, Mikey —dijo, sentándose a su lado y tomando su mano.

Mikey apretó suavemente la mano de Takemichi, sintiendo que, a pesar de los desafíos, su vínculo se fortalecía con cada momento compartido.

—Sí, juntos —respondió Mikey, mirando a Takemichi con renovada esperanza y determinación.

Esa tarde, mientras Mikey descansaba y Takemichi permanecía a su lado, ambos sintieron que, aunque el camino era difícil, su amor y compromiso mutuo les darían la fuerza necesaria para superar cualquier obstáculo, unidos como una verdadera familia.

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