10

15 4 0
                                    

29 de octubre, 02:39 am

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

29 de octubre, 02:39 am

—¿Qué clase de pregunta es esa?

Graham esperó por una respuesta. Francis suspiró otra vez.

—Sí, me gustan —respondió.

—¿Has comido uno alguna vez?

—Dios, por supuesto que no —dijo Francis, algo horrorizado. Graham carraspeó—. ¿Tú has comido conejos?

—Algunas veces... —se revolvió el cabello y añadió sin esperar una respuesta de Francis:— ¿Sabías que cazar conejos es bastante fácil? Es el primer animal recomendado para los principiantes.

—¿Hacia dónde quieres llevar la conversación?

Graham respiró demasiado fuerte, tomando el libro del regazo de Francis y dejándolo a un lado. Sus dedos largos rozaron la cara interna del muslo de Francis.

—Los conejos no son tan fáciles de cazar como aparentan. Saltan, se esconden entre la hierba. Son rápidos, y pequeños —Graham miró a Francis, de arriba a abajo, y torció los labios—. No me gusta cazar conejos, es demasiado complicado.

—Mierda, ¿por qué cazarías conejos, Graham Marlowe? —Francis resopló, perdiendo un poco la cabeza. Los diálogos de Graham se estaban volviendo extraños, como si estuviera dando un monólogo lleno de metáforas y mensajes encriptados. Estaba claro que Graham no hablaba de conejos.

Graham se encogió de hombros, estirándose sobre Francis para alcanzar la pluma de cuervo. La examinó con cuidado y la hizo girar entre sus dedos.

—Su sabor no es malo. No me gusta cazar conejos, pero me gusta devorarlos —rió un poco cuando la expresión de Francis cambió a una de alarma—. No te pongas tan serio, ¿ahora logré asustarte?

—Toda esta charla de conejos me está confundiendo.

—Los conejos tienen cuerpos pequeños, ¿no? Es más fácil deshacerte de ellos cuando terminas. El trayecto es complicado, pero una vez tienes tus manos sobre él —Graham soltó la pluma para simular con las manos estar agarrando algo en el aire. Francis observó con atención. Graham parecía estar ahogando a alguien—, todo el resto es un juego de niños —añadió, sonriendo.

—Eres un completo desquiciado —y, aunque intentó decirlo con la mayor brusquedad que pudo, Francis se encontró a sí mismo sonriendo. Quizás el desquiciado es otro, pensó.

Graham le devolvió la sonrisa y apoyó las manos en la colchón, dispuesto a levantarse y, probablemente, marcharse de una vez. El corazón de Francis (ahora sí) latió con fuerza contra las paredes de su pecho, alarmado ante la repentina despedida. En un impulso de lo más descontrolado, agarró una de las muñecas de Graham, impidiendo que se levante. Graham lo miró, su expresión vacilando entre sorpresa y diversión, entre burla e incredulidad.

—¿Qué estás haciendo, Francis?

—¿Te irás, sin más?

Graham volvió a desplomarse sobre el colchón, tomando con suavidad la muñeca de Francis para que lo soltase.

—¿Quieres que haga algo más? ¿No es suficiente, con haberme metido a la fuerza a tu —miró a su alrededor y carraspeó— habitación?

—No lo sé —respondió Francis. La situación era tan irreal (tener a Graham Marlowe frente a él, con la luz de la luna barriendo su rostro a las tres de la mañana) como lo fue la escena del mausoleo o la del tejado de cuervos—. Creí que harías algo más... Graham.

Graham se carcajeó, descuidando un poco la tarea de mantener un perfil bajo para que la familia de Francis no los escuchara.

—¿Más Graham? ¿Ahora mi nombre es un adjetivo? —acercó la mano al rostro de Francis, aún riéndose, y barrió su mentón con los nudillos— ¿Qué es algo más Graham para ti? —apretó los labios y ladeó la cabeza en un gesto pensativo, fijándose de repente en los labios resecos de Francis— ¿Un beso sería suficiente para ti?

Francis abrió los ojos, el corazón alarmado por la idea de Graham marchándose volviendo a galopar con furor ante la idea de Graham besándolo. Francis no había besado a nadie en toda su vida (y no es que hubiera vivido demasiado, pero aún así era lamentable). Había visto a otras personas besándose. Había visto a sus amigos besándose, y lucía como algo divertido, íntimo y más que nada vergonzoso. Francis se aclaró la garganta.

—Solo espero que no hayas comido ningún conejo antes de venir.

—No, no. ¿Una rata, quizás? —Graham volvió a reír sonoramente ante la mueca asqueada de Francis— Estoy bromeando... parcialmente —sostuvo entre el índice y el pulgar el rostro de Francis y lo levantó un poco. Francis se dejó llevar por él—. Cierra los ojos.

Francis lo hizo, sin dudar ni por un segundo.

Contó hasta tres, y sintió algo parecido a dos almohadillas de algodón tocando apenas sus labios. Bastó que Graham se acercara un poco más para que notara las rugosidades de la piel reseca de sus labios (tanto los propios como los de Graham), pero eso no fue suficiente para arruinar el beso. Las manos de Graham fueron a parar a ambos lados del rostro contrario, acariciando a Francis por debajo de las orejas y profundizando el beso. Graham se movía con lentitud, siendo casi cuidadoso, y Francis, en su inexperiencia, solo dejó que Graham hiciera todo el trabajo.

Cuando el corazón de Francis le envió la ola de valentía necesaria para extender sus brazos y abrazar a Graham por el cuello, con la idea de acercarse aún más, sus brazos no encontraron nada a lo que agarrarse. Francis abrió los ojos, confundido al dejar de sentir el contacto contra sus labios. Una ráfaga de viento helado golpeando su cuerpo al notar que no había nadie más con él en la habitación, y que la ventana estaba abierta de par en par.

Graham había desaparecido, al igual que la pluma negra, sus lentes y el poemario de Poe.

Pero ahora, en su lugar, una página arrancada cuidadosamente yacía sobre su regazo. ¿Cómo Graham había logrado arrancar la página y llevarse todo aquello en un par de segundos, sin hacer el más mínimo ruido?

Francis agarró la página y, un segundo después de llegar a la última palabra, cayó rendido sobre el colchón, profundamente dormido.

Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto

sigue siempre de Palas sobre el busto

y bajo mi fanal,

proyecta mancha lúgubre en la alfombra

y su mirada de demonio asombra...

¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra

se librará? ¡Jamás!

se librará? ¡Jamás!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[ milika, 2024 ]

MiSERY | BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora