17

14 4 0
                                    

05 de noviembre, 06:47 pm

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

05 de noviembre, 06:47 pm

La corbata en su cuello estaba atada con tal torpeza que lo asfixiaba un poco, pero no quiso pedirle ayuda a su madre para acomodársela. El colegio Edevane hacía, cada ciertos meses, un evento nocturno y formal en el que los padres debían darle algo de valor a sus hijos. Como una bendición más similar a una sesión de llanto colectivo a la que todos los padres y alumnos del Edevane estaban obligados a asistir.

Francis sabía que ese traje había sido de su padre. Se sentía sucio usándolo.

El saco gris ceniza estaba doblado sobre el colchón. Francis encendió las luces del ático y se observó en el espejo colgado del closet. Las ojeras habían vuelto y había tenido que arremangarse la camisa debido al brazo vendado. Ponerse el saco sería todo un suplicio, pero sabía que el código de vestimenta del evento tendría una calificación. Aún no sabía bien en qué asignatura sería, pero Francis no quería perder puntos por algo tan banal.

Carraspeó a su reflejo y se acomodó el cabello. Los pantalones le quedaban algo holgados y la tela era un poco vieja (Francis se preguntó cuántos años tendría el traje), pero estaba, en su mayoría, bastante bien. Las ojeras lo hacían lucir como un asesino, como alguien que podría empezar un tiroteo en el evento. Le daban ciertas vibras de Jason Dean. Francis rió sin ganas y cerró el closet.

Escuchó unos golpecitos en la ventana, y el corazón se le hundió.

Se quedó pasmado frente al closet, la mano aún sosteniendo la manija. El repiqueteo volvió, más gentil esta vez, y a Francis se le heló la sangre.

La ventana estaba cerrada.

No te muevas.

La voz en su cabeza, muy similar a la de Graham, siseó de una forma lenta que le dio escalofríos. Francis obedeció, y no movió ni un músculo mientras escuchaba como abrían la ventana del ático.

¿Puedo entrar?

Francis se aclaró la garganta, ¿Graham podría escuchar sus pensamientos también?

Sí. Entra.

Las cortinas se alzaron por el viento y alcanzó a ver de reojo a Graham Marlowe con los brazos apoyados sobre el alféizar. El pulso de Francis se aceleró tanto como un reloj descompuesto.

Graham le sonrió de lado antes de entrar al ático de un salto ágil, sentándose sobre el borde de la ventana y apoyando la espalda en el marco de madera. Balanceó los pies en el aire, mirando a Francis. Alzó las cejas, sin dejar de sonreír, y Francis se sonrojó.

—Luces bien —movió el dedo índice de arriba hacia abajo—. Luces elegante.

—Gracias.

—Pero la corbata está mal puesta —de otro salto, Graham puso ambos pies sobre el suelo y caminó hacia Francis con pasos despreocupados. Al estar frente a frente, sus ojos cayeron sobre el brazo vendado, y Francis pudo jurar que vio por un segundo su mirada inundada en culpa y su mandíbula tensándose. Graham se relamió los labios antes de tomar con ambas manos el nudo de la corbata y acomodarla—. ¿Qué tal está tu brazo?

MiSERY | BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora